Capítulo 132 El murciélago-papá

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Luisiana


Dulces sueños


Amanda Waller frunció el ceño, apenas resistiendo el impulso de rechinar los dientes por la frustración mientras observaba cómo se cortaba la grabación de la cámara del cuerpo tan pronto como Gray apareció.


Se volvió hacia Gorman, que había sido el responsable de localizar a Gray, y la mirada que le dirigió fue suficiente para que el hombre tropezara hacia atrás y cayera de culo.


"Que alguien arroje a este convicto al aislamiento", ladró Waller mientras ella le daba la espalda al programador, y le tomó varios segundos procesar sus palabras, conmocionado como estaba.


"No, no ple-- ¡por favor! ¡Cualquier cosa menos solitario! ¡Y-yo pu-- todavía puedo tr-- localizarlo!" Gorman exclamó, tartamudeando mientras pateaba y sacudía mientras dos agentes del gobierno lo arrastraban, pero sus súplicas cayeron en oídos que no escuchaban ni comprendían.


"Ahora que llegamos a esto, no tenemos otra opción. Autorizo ​​la operación Brim-Redemption. El objetivo es el corazón de Gotham", instruyó Waller, sin inmutarse por los gritos de Gorman mientras se giraba hacia sus subordinados.


"Pero, señora... el daño colateral será astronómico si soltamos esa cosa en el centro de la ciudad...", argumentó vacilante uno de los subordinados, arrastrando el final de su oración bajo la mirada desconcertada de Waller.


"Hazlo a pesar de todo. Tenemos que mantener nuestros roles si queremos seguir protegiendo a este país de las metaamenazas y los extraterrestres hostiles. Una guarida de ratas infestada de crímenes como Gotham es un pequeño precio a pagar..."


...


Ciudad Gótica


"Maldita sea..." Maldije por lo bajo, suspirando mientras me sentaba en lo alto de una de las gárgolas de la Torre Old Wayne, mirando aturdida las vías del tren alrededor de los edificios mientras los trenes iban y venían.


Me tomó una hora andar por la ciudad en mi bicicleta para finalmente calmarme, y fue entonces cuando finalmente me di cuenta de que había lisiado a esas personas en mi ataque de ira y casi las mato.


Catorce personas, catorce posibles esposas, esposos, padres y madres, he cambiado sus vidas y las de quienes los cuidan para lo peor.


Algunos podrían argumentar que se lo merecían y que tuvieron suerte de poder vivir, pero ¿lo fueron realmente? ¿Vivir así era realmente vivir? ¿No estarían mejor muertos en lugar de vivir con una discapacidad y ser una carga para sus seres queridos?


Por mucho que odiara admitirlo, Nightwing tenía razón. Algo estaba mal conmigo. Los cánticos y los ejercicios de respiración de Benjamin no estaban haciendo mucho para solucionarlo aparte de sofocar los síntomas.


Yo era tan susceptible a la ira como el próximo chico en mi vida pasada. Pero nunca fue más allá de maldecir a los idiotas al azar que se estacionaban demasiado cerca de mi auto cuando yo estaba fuera o de pelearme a puñetazos ocasionalmente cada dos años en un bar o algo así.

The Average DC Experience español libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora