cinco

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Después de que Tom me tomara bruscamente por el pelo, paso su brazo por mi cintura haciéndome subir a la bacha que se encontraba detrás de mí.

-Recuerda...- susurro en mi oído mientras su brazo libre subía lentamente mi vestido- Que cada parte de tu cuerpo que ese idiota te acaricie esta noche...- soltó mi cintura y nuevamente me tomo por el cuello levemente haciéndome jadear. - Siempre me pertenecerá, ¿Oíste? - su mano se acercada cada vez mas hasta mis ya descubiertas bragas de encaje que llevaba bajo ese vestido. - Porque tú siempre serás mía Rosella. - Comenzó a besarme bruscamente, el metal de su piercing me hacía estremecer.

Se alejo de mí, a lo que respondí llevando levemente mis caderas hacia adelante, pidiendo por más.

-Mueres por mí, lo noto en tu respiración- avergonzada tome su nuca con mis manos, obligándolo a acercarse más a mí.

-Mueres por mi- repetí sus palabras con una leve sonrisa.

Volvió a besarme, esta vez más fuerte, haciéndome bajar de la bacha. Me tomo por las nalgas haciendo que enrede mis piernas en su cintura.

No pregunten como logro sacarme ese fino vestido que me cargaba, pero lo hizo.

Me aventó en su cama, y sin dejar de mirarme, le puso cerrojo a la puerta. La única luz que nos alumbraba era esa leve lampara que se encontraba en la mesa de luz del lado de la cama de Tom.

Podía ver como con sus ojos me devoraba, sus pupilas estaban tan dilatadas que casi tapaban por completo esos hermosos ojos color chocolate de los cuales llevo enamorada casi cuatro años.

Me agarro las piernas haciendo que mi cuerpo se deslizara hasta chocar con su pelvis, me encontraba boca arriba y el entre medio de mis piernas.

Se abalanzó sobre mi comiéndome nuevamente la boca, mordiéndome el cuello, jalando de mi pelo. Era un animal.

-Dios no sabes el tiempo que llevo pajeándome, imaginándote de nuevo muerta por que te la meta entera. - Se alejo para observar mi cuerpo entero. Sus preciosas manos recorrían mis clavículas, pecho hasta llegar a mis senos. -Oh... ¿Son nuevos? - mordió su labio mientras tocaba el piercing que llevaba en mi pezón por casi un año en secreto. Asentí con la cabeza. - Joder, que preciosa eres. - Comenzó a besar cada parte de mi cuerpo, dejándome completamente desnuda.

Cuando entre a la habitación el yacía en cuero, solo traía unos pantalones holgados como los que suele usar.

Desabroche sus pantalones sin complicaciones, el seguía besándome cada parte desnuda de mí.

Bajo por todo mi abdomen hasta llegar a mi zona intima; la habitación estaba ahogada en gemidos de placer, nuestro sudor se hizo uno solo. Tom sabía lo que hacía, era un experto.

Sentí su lengua pasar por mi feminidad haciéndome soltar un agudo gemido mientras arqueaba mi espalda, llevando mis manos hacia sus rastas jalándolas con fuerza.

Comenzó a darme un grandioso sexo oral que nadie más que él podría dármelo.

Sentía su mirada cada vez que yo soltaba mas que un gemido en honor a su nombre, haciendo que el intensifique más y más su acción.

Volví a jalar de sus rastas con fuerza, haciendo que me comiera la boca. No podía más, necesitaba que se entierre en mí.

-¿Qué quieres bonita? - llevo un dedo hacia mi boca, a lo que reaccione lamiéndolo lentamente sin sacarle la mirada a él. -Preciosa- susurro.

Me penetro con los dos dedos que había llevado anteriormente hacia mi boca...

-¡Tom! ¡Abre la puerta maldito-cara de nalga! - Nos miramos ambos con los ojos muy abiertos. El rápidamente llevo su gigantesca mano hacia mi boca.

𝗕𝗨𝗥𝗟𝗘𝗦𝗤𝗨𝗘 | 𝒕𝒐𝒎 𝒌𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora