veintinueve

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Narrador:

La chica tapaba su cuerpo con sus manos, mostrando vergüenza. Aventándole el teléfono celular al chico de trenzas que yacía sentado en la cama, mirándola atentamente.

-Atiéndele. - ella le indico, aun avergonzada por su desnudo cuerpo.

-¿De qué...? - El miraba la pantalla de su celular, su respiración comenzaba a entrecortarse por los nervios. -Rosella...-

-¡Que le atiendas! - Ella hablo con su voz elevada. Tratando de aguantar las lagrimas que amenazaban por salir de sus ojos color miel. -Ponla en altavoz. - Volvió a indicar, tomando una bata que se encontraba en la puerta del baño.

-Mierda...- el pudo susurrar, sin ser escuchado. Deslizo aceptando dicha llamada, para luego apretar en el táctil el pequeño parlante para que la otra persona pueda escuchar la conversación. -¿Hola? - daba pequeños toques con su pie izquierdo en el piso, mostrando inquietud e incomodidad ante la situación.

-¡Tommy! - se pudo escuchar la voz de la femenina. -¡Estoy aquí! - Rosella, ataba su bata. Volteándose lentamente, para poder mirar a los ojos al hombre que era dueño de sus sentimientos. -¡Llegué! ¡Recógeme en el aeropuerto! - El ambiente se torno aun mas tenso, el chico se miraba confuso. Sus manos sudaban de tal manera que manchaba la pantalla del pequeño aparato.

-¿Qué dices? - Su mirada no se despegaba de la chica que anteriormente lucia una preciosa lencería. -¿Cómo que en el aeropuerto? - volvió a preguntar.

-¡Si! ¡Vi que estas en Chile y aproveché a dar una pasada antes de ver a mi familia que vacaciona en México! - La emoción de esta persona, podía escucharse perfectamente. -¡Vamos, ven a buscarme! -

Rosella aun escuchaba la escena atónitamente, sin decir ni una palabra. Su mirada reflejaba tristeza.

-No lo haré. - El hablo con firmeza, haciendo que su enamorada dilate levemente sus pupilas. -Te ayudé con lo del bebé, te di una mano cuando lo necesitabas. - El se levanto de su lugar, aun con el teléfono en sus manos. -Estuve ahí para ti cuando lo necesitaste, pero nuestro vinculo se termino hace mucho tiempo. - Se posicionó de cuclillas ante la silla donde yacía ella. -Estoy comprometido, enamorado y feliz. No permitiré que nadie arruine esto. - acaricio la mejilla de la muchacha, con cariño, con amor.

-¡Pero ya estoy aquí! - la voz que salía del pequeño parlante sonaba molesta. -¡Hasta reserve en el hotel donde te hospedas! -

-Ese no es mi problema, Orianna. - su mirada buscaba la de Rosella, quien jugaba con sus manos, mostrando incomodidad ante la situación. -Actuemos como jodidos adultos, y respetemos que lo nuestro se acabó.

-¡Pero cargue un hijo tuyo! - la chica comenzó a hacerle un berrinche. -¡Esto no quedara así! - la llamada finalizo. El mostro como bloqueaba a tal persona de su lista de contactos.

-¿Qué paso con ella en Paris? - Luego de unos minutos de silencio, la chica pudo hablar. Aun sin poder mirarlo a los ojos. Él sabía que detrás de esa gran fachada de mujer fuerte, se escondía la adolescente que tanto había dañado años atrás.

-Me sentía tan culpable de nuestra perdida...- El recuerdo de que él había sido padre hace unos meses atrás, a ella le rompía el corazón. Le costaba admitir esa parte de su vida. La parte que casi lo cambia todo de no haber sido por ese lamentable suceso. -La cuidé lo más que pude. Descubriendo que ella ya se había embarazado varias veces antes... Ella sufre de una condición psicológica muy grave...-

La pelinegra aun no podía verle, su corazón dolía. Dolía al ver como a ella si la protegió, dolía ver como Orianna había sido capaz de hacer que Tom se preocupara por ella. Por años ella había anhelado ese trato, que no negaba que había llegado. Pero todo lo que él había aprendido, lo había echo gracias a todos los errores que cometió con ella una y otra vez.

𝗕𝗨𝗥𝗟𝗘𝗦𝗤𝗨𝗘 | 𝒕𝒐𝒎 𝒌𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora