Capítulo XXIV

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Lisa Smith

Estos últimos meses, se han pasado volando. Hace nada estábamos celebrando el fin de año y ya estamos en marzo. Especialmente a día veintidós en el que Paul y yo hacemos ya tres meses de relación.

Estando con él durante estos meses, me he dado cuenta de lo que es tener una relación sana y saber cómo es que una persona te quiera al cien por cien y te lo demuestre cada día. Me lo hace saber siempre con sus pequeños gestos que me hacen confirmar lo mucho que le quiero. Estar con Paul es una completa montaña rusa, pero en un buen sentido. Tenemos la confianza suficiente para contarnos cualquier cosa y, a pesar de que los dos tenemos mucho carácter, y por eso siempre chocamos, siempre lo solucionamos de buena forma. No podemos estar el uno sin el otro más de un día.

—¡Paul, te he dicho que te estés quieto!—le riño mientras me subo encima de él.—Pareces un niño inquieto de estos que no paran de molestar.

—No sé por qué accedí a que me hicieras esto—dice suspirando mientras apoya sus manos en mis muslos y me los acaricia.—Vete con cuidadito, eh. Eres capaz de dejarme sin cejas.

Y sí, estamos un miércoles por la tarde en mi casa los dos con unas pintas impresionantes mientras yo le hago las cejas con cera a mi novio. Le estuve insistiendo durante gran parte de la tarde hasta que accedió sin quejarse demasiado.

—Que sí, que yo controlo vida mía, no te preocupes—lo tranquilizo mientras pego la banda de cera en el borde de sus cejas.—Por cierto, que guapo que estás. ¿Me dejas que te saque una foto?—me río yo antes de coger mi móvil del escritorio.

Paul pone mala cara haciendo que yo me ría aún más mientras le saco la foto.

—Gracias a Dios que me ha dado la paciencia que necesito para aguantarte. Me van a tener que pagar más en esta vida por buen novio—dice suspirando.—Sácame esto ya amor. Tenemos que vestirnos que he hecho reserva para cenar.

Yo sonrío antes de agarrarle por la mandíbula y plantarle un buen beso en la boca.—A la de tres...—digo cogiendo el borde de la banda para tirar de ella.

—Uno...—él cierra los ojos esperando a que tire.—Dos...—no me espero al tres y tiro con fuerza haciendo que Paul pegue el grito de su vida al haberle arrancado todos los pelos sobrantes de las cejas.

—¡Jesucristo en moto!¡COMO DUELE!—dice lloriqueando mientras echa su cabeza hacia atrás en la silla mientras cierra los ojos.

—No seas quejica anda que no es para tanto—le digo yo mientras cojo la crema hidratante y se la echo en la cara con delicadeza mientras él me mira a los ojos.

—Pues ya estarías listo amore. Ya me puedes estar pagando—lo vacilo yo con una sonrisa mientras extiendo mi mano hacia él.

—Encima de que me has hecho sufrir de esta forma, te voy a tener que pagar... No eres tú lista ni na'—me dice él sonriendo.

—Nunca te he dicho que tuvieras que pagarme en dinero—le digo yo con una sonrisa vacilona mientras le cojo por el cuello para acercarme a sus labios lentamente.—Puede ser en besos.

Veo como mi novio me mira fijamente a los ojos sin quitar esa sonrisa que me tiene loca y nuestros labios se rozan suavemente. Mis manos acarician su cuello mientras noto como las suyas se aferran a mi cintura.

—Lo que tú quieres es distraerme para que no te eche la bronca por tremenda tortura que me hiciste pasar—dice sonriendo.—Te tengo más calada...—me sonríe antes de cerrar la distancia entre nosotros juntando nuestros labios.

Me conoce a la perfección el muy cabrón, pero bien que me sigue el rollo.

Nos besamos lentamente mientras le acaricio la mandíbula y noto como sus manos me aprietan la cintura pegándome más a su cuerpo. Las piernas se me están durmiendo por la posición en la que estamos, pero ahora mismo eso me da totalmente igual, porque, cuando sus labios me besan, me olvido de todo lo que pasa a mi alrededor. Paul muerde mi labio inferior antes de alejarse unos centímetros para mirarme a los ojos con una sonrisa.

Te necesito conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora