Capítulo XL

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Lisa Smith

El mes de agosto se me ha pasado volando y, cuando me quise dar cuenta, ya nos encontrábamos casi a mediados de septiembre. Yo empecé mi segundo año de universidad a principios de mes y Paul había vuelto a los entrenos como siempre, ya que LaLiga había comenzado hace poco.
Agosto resultó ser un mes bastante movido. Quisimos aprovechar todo el tiempo posible para disfrutar al máximo de nuestras últimas semanas de vacaciones. 

Nos fuimos todos juntos a Disney de forma improvisada, durante una semana, y nos lo pasamos súper bien. Disfrutamos un montón en las atracciones y nos hicimos fotos con gran cantidad de personajes. Yo lo viví todo como si fuera una niña pequeña, con la misma ilusión. Cuando volvimos a Los Ángeles, aprovechamos para ir a la playa y para hacer quedadas en casa de Peter por las tardes. Se habían vuelto una rutina.

Un resumen bastante breve de todo esto es que ha sido uno de los mejores veranos de mi vida y todo gracias a ellos, como siempre.

Paul y yo estamos mejor que nunca. No somos nosotros sin nuestros piques y tonteos habituales, pero ya hacía demasiado tiempo que no teníamos una discusión fuerte. Hemos aprendido a hablar las cosas con calma y dar nuestros puntos de vista antes de enfadarnos entre nosotros y que las cosas se pongan tensas. Es decir, echarnos mierda encima. Yo me alegro de cada pequeña cosita que vamos consiguiendo, porque siento que poco a poco estamos formando una relación mucho más sana.

Ahora mismo, estoy saliendo de la universidad. Hoy tuve el turno de mañana, por lo que entré súper temprano. Lo bueno de este turno es que algunos días puedo salir a las 12:00, excepto cuando tengo prácticas. Esos días salgo muchísimo más tarde.

Hoy me encuentro en uno de esos días en los que tengo los ánimos por los suelos. Me había levantando muy tristona y las clases de hoy no las he aprovechado como me habría gustado, porque no estaba muy centrada. Menos mal que mañana ya es viernes, aunque pensar en eso tampoco es que me animara mucho. Paul tiene un partido con el equipo en otra ciudad el sábado, así que no podré verle hasta el domingo.

Abro la puerta de mi coche y me monto en este de mala gana mientras siento unas ganas de llorar terribles. Supongo que, como me tiene que bajar la regla, me hace estar más sensible de lo habitual.
Intento tranquilizarme soltando un suspiro profundo para liberar el nudo que se ha formado en mi garganta mientras siento una presión en el pecho.
Llevo con ansiedad la mayor parte de la semana. Este año de universidad me está viniendo bastante grande o es lo que yo siento. Y eso que solo llevo unas semanas de clase. Esta semana me la he pasado muerta del asco cuando volvía a casa, porque prácticamente no he visto a Paul. Nuestros horarios no nos cuadran mucho y siento que él, a parte de mi hermana, es el que me puede animar un poquitín.

Cuando me quiero dar cuenta, ya es tarde. Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas mientras vuelvo a cerrar los ojos y suspiro profundamente. Creo que soy una imbécil al ponerme así cuando realmente no me ha pasado nada malo, pero llevo una semana en la que he estado todos los días de bajón. Además, siento que este curso me acaba de dar una buena ostia en la cara.

Mi móvil comienza a vibrar en el bolsillo delantero de mi sudadera y yo respondo a la llamada sin mirar quién es.

—Dime—respondo borde al teléfono, porque no tengo ganas de hablar con nadie.

—Madre mía. Me parece que hoy alguien se ha levantado de mal humor—escucho decir a mi novio desde la otra línea.—¿Qué te pasa princesa?

Yo suspiro sin saber que responder mientras siento como las lágrimas vuelven a caer por mis mejillas sin parar. Ahora me siento muy mal por haberle contestado así de borde.

—Lili, ¿estás llorando?—lo escucho decir con un tono de preocupación haciendo que yo me sienta como una tonta aunque él no pueda verme.—Háblame, por favor.

Te necesito conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora