─── m. fifteen

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La vida en Daegu, junto a su madre, y la rubia se hacía bastante amena. La tranquilidad que sentía en la residencia de su madre era demasiada, su progenitora vivía en una vivienda algo alejada de la ciudad, y en un entorno saludable. Hace unos meses, habían establecido un puesto de víveres, para los forasteros que transitaran por aquellas zonas.

En cuanto a su tratamiento, todo continuaba normal, tal y como si no se hubiese desarrollado toda aquella tragedia. Como en los tiempos en los que vivía aún en la casa frente a la costa.

La casa frente a la costa.

Muchos recuerdos. Recuerdos que la invadían día y noche, y que su madre le había dicho repetidas veces que debía superar. Sin embargo, aquella etapa de su vida seguía adhiriéndose a su presente, y evitando que avanzara hacia el futuro. Constantemente tenía pesadillas con el día de la muerte de Ning y Uchinaga. Podía verles discutiendo, e incluso, aún recordaba en sueños el día de la presunta muerte de Minjeong, otras veces, soñaba que eran su madre y Kim, quienes morían a manos de la china. Karina sabía que realmente en cuestiones de su salud mental, nada había cambiado con respecto a aquella época en la que se encontraba en el sanatorio. Tal vez la Doctora Kang tenía algo de razón en sus palabras.

Precisamente, en estos momentos estaba de turno. Un señor mayor, y una fila a lo que se podría llamar bastante larga para como de costumbre eran, esperaban por su turno para hacer su pedido.

—Por aquí, oh, dos paquetes de patatas fritas. —el señor asintió. —Jeong, ¡dos paquetes de patatas fritas! —Minjeong desplazó a través de la ventana que separaba el mostrador de la cocina el pedido, y Karina se lo entregó al señor. —300.000 W por favor. —el señor pagó, y pasó el siguiente.

Ahora esta era la vida de Karina. Sabía que nunca más a poder regresar a Busán, retomar su vida y seguir adelante. Debería acostumbrarse a vivir en la cotidianidad de Daegu, su vida junto a su madre y Minjeong, y el miedo a partir hacia el mundo exterior, temiendo que la juzgaran y estando allí muchos no le dieran una segunda oportunidad. Porque sí. Yoo sabía que a este paso una gran de la población de Busán había sido noticiada con su caso. Muy pocos, tales como Jisoo, habían ofrecido su total apoyo en su causa como individuo, como un ser humano más que necesitaba un chance más.

Karina levantó la vista luego de vender algunas confituras a la cliente anterior, mirando a través de la ventana de cristal, en donde se veía el jardín floreado su madre. Oh, aquel jardín, donde tanto había jugado y por el que tantas veces le habían llamado la atención. Su madre detestaba que los forasteros pisaran el césped del jardín, ella decía que se esa manera también aplastaban a los pequeños retoños de flores que estaban camino a crecer. Por eso, hace tiempo había construido una balla que delimitaba el camino por el que los clientes transitaban del césped del jardín. Aún así, habían muchos que seguían tomando el camino equivocado.

En el césped, pudo diferenciar dos figuras humanas, una chica más bajita que la otra. Las dos portaban cubrebocas blancos que no dejaban ver su rostro. Karina dejó a la rubia a cargo, mientras que ella se encargaría de la labor que hace unas décadas atrás ejercía su madre.

—¡Hey! ¿Pueden moverse? Están...—Karina palideció.

No podía ser real.

Le miraban fijamente, Ning y Uchinaga. Sin tan siquiera ver su rostro completamente, pudo saberlo. Aquellos ojos bonitos, aquella tez blanca. Miró profundamente, el jardín se había extendido, ahora alcanzaba el horizonte, de hecho, parecía infinito.

—Te extrañé, Karina. —dijo Aeri. Abrazó a la chica, y Karina no supo como reaccionar. Todo se sentía muy real para ser una ilusión.

¿Qué había hecho mal?

Había cumplido su tratamiento al pie de la letra, como siempre. ¿Por qué la vida no le daba un respiro?

—Te llevaremos con nosotras. No pertenecemos a este lugar, Yoo. —dijo Ning y Uchinaga tomó su mano, dándole una señal de aprobación.

Karina sentía la veracidad de las palabras de Yi Zhuo. Realmente, no pertenecía a ese lugar. Nunca lo hizo. Por primera vez, Karina concordaba con la rubia.

—¿Karina? —sintió una voz llamarle. Era Yeojin, quien le miraba desde las profundidades del jardín. —¿A dónde...?

Karina se sintió caer. Karina finalmente, se sintió verdaderamente en paz.

  FIN.

MURDERESS, es el primer fanfic que
logro terminar, im so proud of myself.

aclaraciones y agradecimientos en
el próximo apartado ^^

los tkm <33

ㅤㅤ𝗆𝗎𝗋𝖽𝖾𝗋𝖾𝗌𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora