─── m. one

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El silencio reina en el conjunto de apartamentos que se posiciona frente a la costa, la noche va cayendo y la nitidez del sonido se vuelve cada vez tan clara que es posible escuchar a lo lejos el sonido de las olas chocando contra el muelle aledañ...

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El silencio reina en el conjunto de apartamentos que se posiciona frente a la costa, la noche va cayendo y la nitidez del sonido se vuelve cada vez tan clara que es posible escuchar a lo lejos el sonido de las olas chocando contra el muelle aledaño a la residencia, los pájaros cantando mientras vuelven a su hogar antes del anochecer, y los dedos de Yoo chocando contra las teclas de su laptop son constantemente percibidos por los oídos de la chica de pelo corto.

—Unnie, ¿me podrías pasar la salsa?

Rompe el silencio Minjeong, dirigiendo la vista a la de mechas azules, quien se halla en un completo estado de concentración al realizar su trabajo.

—Ten. —responde Karina alargando su brazo para pasarle el ingrediente a la pelinegra, aún sin despegar la vista del dispositivo.

—¿Mucho trabajo? —inquiere Kim, mientras agrega la salsa a la carne que se cocina en la sartén.

No recibe una respuesta inmediata, solo siente como la mayor libera un suspiro y mueve el cursor con rapidez entre gráficas.

—Ni te imaginas, Minjeong-yah. Debo analizar estas gráficas hoy, mañana tengo que exponer una conferencia acerca de esto.

—Uh, debe ser agotador eso, unnie. —la mayor simplemente asiente, y Minjeong solo calla para no ser un estorbo en la labor de la chica de mechas azules.

Si Minjeong tenía algo claro es que Karina disfrutaba de su trabajo, por muy agotador que fuera.

La reconocía por ser una persona cumplidora, que siempre trataba de hacer un buen trabajo, siempre con calidad por muy corto que fuese el tiempo que le dieran para realizarlo.

A veces llegaba odiar aquella faceta, pues le impedía a la mayor pasar más tiempo junto a ella y Aeri en amistad, pero aún así debía reconocer que nunca había tenido el valor para contárselo.

Minjeong solo quiere que Karina preste un poco más de atención a su entorno, y no permanezca tan encerrada en aquella burbuja de gráficos y estadísticas, que se ha convertido su trabajo con el pasar del tiempo.

—¡Ya llegué! —anunció Aeri, entrando por la puerta principal.

—¡Bienvenida! Llegas justo a tiempo, la cena ya casi esta lista.

La castaña de flequillo hizo aparición por el marco de la puerta que guiaba a la cocina-comedor, habitación donde se hallaban las residentes restantes. Con una conocida faceta de cansancio en su cara, un gruñido parte del estómago de la japonesa acompañó el momento, para todas, no era una novedad el gran apetito de la chica de flequillo. Aquel sonido no pudo evitar ser la causa de las risas de todas, y con ello, tornó el ambiente hogareño a uno más cálido, y es que era así, siempre con lo más insignificante, siempre con lo más ínfimo,de alguna forma lograban eso.

La convivencia entre aquellas jóvenes emitía buenas vibras y una fuerte conexión existente. Nunca negarían que los conflictos en su relación tuvieron lugar repetidas ocasiones. Una amistad sin altibajos es un simple hecho irreal manifestado por algunos en novelas y cuentos de hadas. Su lazo perduraba más allá de las peleas, tanto así, que después de graduarse de la Universidad cumplieron su promesa de arrendar un apartamento cerca de la costa, para no perder el contacto.

—Ya voy a servir. ¿Deberíamos cenar juntas o comerás más tarde? —cuestionó Minjeong, mientras apagaba la sartén con la carne ya cocinada.

—Uh, puedes servirme a mi también, creo que continuaré en la madrugada. —le respondió Karina, restándole importancia a lo que hacía, cerrando la laptop y guardándola a su vez.

—Está bien.

Aeri, quien había ido a lavar sus manos y a desempacar sus informes de trabajo, volvió a la habitación, con una sonrisa en el rostro al ver a la más bajita sirviendo la cena.

—Karina unnie, ¿podrías poner los vasos?

—Claro.

Aeri por su parte buscó los cubiertos y los colocó sobre la mesa. Una vez que terminó, tomó asiento acompañada por Yoo, para que luego se les uniese Minjeong, con la cena.

—Yo... quería hablar con ustedes de algo. —soltó Aeri, mirando a sus contrarias.

—Puedes hablar. —cedió la mayor de todas, llevándose el primer bocado de comida a la boca.

Notó la mirada de Uchinaga un tanto perdida, como si quisiese hacer algún tipo de petición pero no tuviera el valor suficiente para comunicarlo. Sin embargo, prefirió no hablar, esperó pacientemente las palabras de la de flequillo.

—Hemos vivido juntas tantos años...y acepto si no están de acuerdo, pero...

Hizo una pausa, a lo que deducieron se debía al nerviosismo con el que la castaña se encontraba en este preciso momento. Ambas amigas dirigieron su vista a ella, una vista bañada en confianza que permitió que la japonesa siguiese hablando.

—Tengo una amiga cercana, ella vive en Deongyeol District, ¿lo conocen?

—Me suena conocido, pero realmente no me acuerdo bien. —le dió respuesta Karina, con una expresión pensativa.

—Deongyeol District, es una de los suburbios más dañados por la contaminación, Ning Yi Zhuo, mi amiga, sufre de problemas respiratorios y recientemente se mudó a ese lugar.

—Oh, Dios mío ¿Qué podemos hacer al respecto? —soltó Minjeong, con cierto tono de preocupación.

—¿Exactamente que propones? —inquirió Karina, de expresión seca y algo desinteresada.

—Pues yo... yo pensé que tal vez podríamos dejar que Yi Zhuo viva con nosotras. Digo, hasta que se recupere y encuentre donde hospedarse. Yo solamente quiero ayudarle.

—Entiendo. —dijo Minjeong, Karina permanencía en silencio.

Karina era feliz viviendo junto a Minjeong y Aeri.

No quería a nadie más que no fuesen ellas.

Sin embargo, se sentía incapaz de negarle algo a aquella chica de ojos bonitos que era Aeri, una amiga que tanto la había ayudado  y que tanto había aportado a su persona. Estaba dispuesta a darle una oportunidad a aquella "amiga cercana" de la cual hablaba la japonesa. Al fin y al cabo, no la conocía, posiblemente y dentro de un tiempo terminaran siendo buenas amigas las cuatro, y terminara agradeciendo la llegada de ella a su vida, como había pasado con sus ahora compañeras de apartamento.

Mala deducción.

Yoo y Kim se miraron entre sí, compartiendo opiniones con solo el contacto entre su vista.

—No creo que sea una o mala idea ¿verdad unnie? —alegó la de hoyuelos, dirigiéndose a la de pelo largo.

—Podríamos darle una oportunidad, si. Pero ya dije, solo una oportunidad.

—¡Son las mejores! Les prometo que no se arrepentirán, ¡estamos contribuyendo a la recuperación de una persona!

La ternura con la que Aeri dijo aquella última frase provocó algo dentro de la de mechas azules.

Aeri no se había dado cuenta.

Y Karina solo mantenía un presentimiento.

Así fue como apenas sin darse cuenta, había comenzado el infierno en la vida de la mayor de todas.

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ㅤㅤ𝗆𝗎𝗋𝖽𝖾𝗋𝖾𝗌𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora