─── m. seven

44 6 2
                                    

—¿A dónde vamos? —inquirió en un tono quebrado Uchinaga, su garganta se había afectado debido a las repetidas veces que ha sollozado en esta madrugada.

—Debemos hablar. Y lejos de Ning.

Aeri estaba algo asustada.

Algunos cabos se ataban en su cabeza.

Hace tan solo unas horas les encontró  hablando en un lugar recóndito a solas, precisamente después de haber sido notificada la muerte de Min, luego, la rubia se negaba a irse en auto con ellas, y opta por tomar un taxi de vuelta al apartamento. Algo andaba mal.

—¿Pasó algo entre ustedes?

Karina se mantuvo en silencio, tal como si no le hubiese escuchado. Eso significaba un sí, Uchinaga lo había aprendido en estos últimos años de pura convivencia. Sin embargo, lo que aún no abarcaba su aprendizaje, era como poder pedir explicaciones claras a Karina. Por amor de Dios, aquella chica era una maga de los repentinos cambios de tema y las excusas, saber el porqué de su pelea con Yi Zhuo sería una misión difícil.

—Aquí estamos bien. —dijo Yoo, estacionándose frente a una acera cualquiera. —Aeri, necesito que me prometas algo. —sus ojos miraban fijamente a la japonesa.

—Está... ¿bien?

—Necesito que te alejes de Yi Zhuo. A pesar de sus años como amigas. —pidió, con un tono un tanto demandante y nuevamente cabos empezaron a entrelazarse en la cabeza de la castaña.

Las conjeturas de Aeri no pasaban de simples teorías de que pudo haber pasado entre la rubia y Karina, y cada vez entendía menos y menos a Yoo. Tras el momento de la muerte de Minjeong el semblante de esta había cambiado, —tal como el de todos— sin embargo, Uchinaga sabía que cambiar aquel semblante sería una tarea de meses para los cercanos a la de mechas azules. Karina se mantenía seria y con un tanto de molestia reflejada en su entrecejo.

—¿Por qué debería hacerlo?

—Solo hazlo, por favor, Riri. —Karina tomó su mano y una lágrima se deslizó desapercibida por su mejilla, Aeri no dudó en abrazarla.

—Quiero ayudar, en serio, pero no entiendo de que me quieres proteger. —decía, mientras con una de sus manos sobaba la espalda de su mayor.

—Solo quiero que estés bien, que no acabes como Minjeong.

Los ojos de la más bajita se abrieron en demasía, ¿acabar como Minjeong? ¿de que diablos hablaba Karina?

—No entiendo de que hablas. En lo absoluto. Pero, ¿sabes qué? Por primera vez le haré caso a una de tus locuras.

Locuras.

Aquella palabra hizo que el estómago de Karina se revolviera.

Se tranquilizaba pensando:

"Es solo una manera de decir"

Se había llevado un buen susto.

Sin embargo, había algo que Karina no sabía. Aeri le había mentido. Nunca había quedado tan convencida con sus palabras, y estaba dispuesta a descubrir que estaba ocurriendo pesa a lo que le costase. Hacer creer a Karina que no haría nada al respecto era parte del plan pero... ¿que seguía después de eso?

Después de una agitada madrugada, Karina volvía a estar en casa. Sin embargo, el apartamento en la playa ya no volvía a tener las mismas vibras de antes, faltaba alguien, faltaba Minjeong.

Dirigió su vista hacia el reloj de la sala de estar, debía compensar su ciclo. Por primera vez en mucho tiempo Yoo había olvidado tomar sus pastillas.

Se dirigió a su habitación, si, aquella pieza que antes compartía con ella, con aquel pequeño ángel que ahora le miraba desde la distancia. Al abrir la puerta una energía le inundó, su campo visual se deslizó hacia las pertenencias, las cuales yacían perfectamente organizadas, así era Minjeong, totalmente ordenada, su hogar ya no volvería a ser el mismo sin aquella vibra enérgica que tenía Kim para hacer que ambas, —Karina y Aeri— dejasen de holgazanear y organizasen junto a ella el apartamento.

Definitivamente la extrañaba.

—¿Unnie? —sintió la voz de Minjeong entre las sombras del cuarto.

La figura femenina apareció a su lado, y puso un brazo alrededor de su anatomía.

—¿Minjeong? ¿Eres tú?

—Mamá y Seungmin deben estar preocupados. —le dijo, con un tono cansino.

Su hermano y su madre habían dicho que vendrían por sus cosas más tarde, ya en la mañana, debían preparar el funeral, tal vez este tendría lugar en un par de días, el cuerpo de Minjeong aún permanece a posesión de los peritos y forenses, los cuales harán el informe que dará inicio a la investigación del homicidio.

—¿Cómo puedes estar tu aquí?

—He venido a verte Karina, solo una última vez...

Y con el roce del frío del pulgar de la pelicorta, Karina volvió en sí, al mirar a su alrededor, no había nada más que no formase parte de los inmuebles de la habitación

Debía buscar sus pastillas y sus cosas. Yoo sentía que ya los efectos de haber abandonado su tratamiento por un descuido estaban aflorando. Debía ser eficiente, y rápida en su búsqueda.

—¿Hablabas con alguien, unnie?

Karina dió un salto del susto que le provocó el hecho de que Aeri se hubiese referido a ella.

—Yo ehmm...

—No te conviene estar mucho tiempo aquí, lo sabes ¿verdad?

—Ah, claro... sí. Justo estaba buscando algunas cosas, hoy dormiré en el sofá.

—Entiendo. Si quieres, puedes pasar por mi habitación y tomar la almohada del zorro, te servirá. —Aeri se refería a una almohada que cubre toda la zona del cuello, es muy buena para viajes largos, y también para este tipo de situaciones.

Karina asintió, sabía que en otras condiciones Aeri le hubiese ofrecido su habitación. Su gesto era bondadoso.
Hoy no dormiría en el cuarto que compartía con la pelicorta, le daba mala espina estar sola en ese lugar, rodeada de todos los portaretratos y recuerdos de Kim.

En cuanto la japonesa se largó de su sitio, entrecerró la puerta. Se dirigió a aquella caja, la caja donde guarda sus pastillas, secretamente, haciendo pensar a todo mundo que se tratan de sus herramientas de trabajo.

Rebusca y rebusca, sin encontrar un solo rastro del frasco de medicamentos.

—¿Dónde los pude haber dejado?

Y lo recordó. Hace tan solo un día había encontrado a Ning husmeando en sus cosas.

No quería ni siquiera pensarlo. Es que acaso, ¿Yi Zhuo había tomado sus pastillas?

Revisó en el cajón siguiente, en aquel ocultaba su receta, su receta si estaba para su suerte, pero al releer la indicación se dió cuenta de algo, esta había expirado hace tan solo unos días. Arrugó en papel médico con sus manos, en el marco de la puerta apareció Aeri nuevamente, ahora con figura somnolienta y su pijama ya puesto. Esta miró a los lados, como si algo le faltase, volvió su mirada otra vez a la coreana, quien se hallaba ahora más a la derecha, buscando su pijama para cambiarse la incómoda ropa que portaba.

—¿No te parece raro que Yi Zhuo todavía no haya llegado? Son las 4:02 a.m

La chica de mechas azules miró a Uchinaga con semblante confuso, no sabía que responder ante aquello, y mucho menos acerca del paradero de la rubia. Solo sabía que había abandonado el hospital por su cuenta, tomando un taxi.

¿Ahora qué, Ning?

•••

que creen que tenga Yi Zhuo en mente ahora? 😨

ㅤㅤ𝗆𝗎𝗋𝖽𝖾𝗋𝖾𝗌𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora