En jaque

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Bakugo esperó fuera del bar a la mañana siguiente, moviéndose de un pie a otro mientras miraba calle abajo cada dos segundos en busca de una cara familiar.

Podía sentir la ansiedad zumbando en su estómago y dio una calada distraída a su primer cigarrillo en meses.

¿Por qué diablos estaba tan nervioso?

Estaba reuniéndose con Momo para desayunar.

Estaba haciendo lo que le había prometido a su amigo que haría y eso era agotarla hasta que aceptara salir con él y luego, una vez que Mina y Kirishima estuvieran juntos, terminaría con ella y no tendría que volver a verla nunca más.

Exhalando una columna de humo por la comisura de su boca, frunció el ceño ante la idea y espontáneamente, una imagen de ella del día anterior apareció en su cabeza.

Dios, pero se veía tan bien así, toda despeinada y sin aliento y el hecho de que fuera así por él lo hacía aún más atractivo.

La pequeña y perfecta Momo, besándose con el barista simplón frente a su departamento a plena vista de todos y en donde cualquier momento alguien podría pasar y reconocerla. Fue suficiente para hacerlo sonreír con aire de suficiencia y se preguntó si ella lo dejaría llegar más lejos después de su "no-cita".

Eso esperaba, al menos si se dignaba a aparecer.

Comprobando discretamente su reloj de pulsera, con el ceño fruncido por la confusión.

Llevaba más de media hora de retraso, teniendo en cuenta que siempre era puntual en extremo, ciertamente era motivo de alarma.

Esperando otros cinco minutos, en caso de que su pequeño paseo por el lado salvaje ayer terminara alterando otras partes de su personalidad también, dejó caer su cigarro en la acera y lo apagó con el tacón de su bota antes de sacar su celular.

>>> Oye, peach. Es Katsuki. ¿Te desestabilice tanto la mente ayer que olvidaste que nos encontraríamos esta mañana? <<

Le había quitado su número a Kirishima, quien se lo había dado Mina, pero nunca le había enviado un mensaje de texto. Supuso que ella sería rápida con sus respuestas, pero cuando pasaron otros cinco minutos y no recibió una,frunció el ceño.

Era posible que estuviera ocupada o tal vez había surgido una emergencia, pero cuanto más tiempo lo dejaba en visto, más se sentía como si lo estuviera ignorando.

Con un gruñido iracundo, guardó su teléfono en el bolsillo y pisoteó calle abajo en dirección a su hogar.

Si ella iba a ignorar sus mensajes de texto, entonces tendría que obtener sus respuestas de otra manera.

(***)

Su teléfono volvió a sonar y miró la pantalla antes de fruncir el ceño y darle la vuelta.

Sus ojos regresaron a su laptop, pero las palabras parecían correr juntas y no podía concentrarse en lo que significaban mientras sus pensamientos se arremolinaban dentro de su cabeza.

— Hola, Yaomomo — se escuchó la voz de Mina desde la puerta y se giró en su silla para encontrarse con una mirada curiosa observándola.

— Bakugo está aquí para verte. ¿Algo sobre que te saltaste una cita con él? —

La boca de Yaoyorozu se abrió antes de sacudir la cabeza y darse la vuelta con la nariz en el aire.

— Dile que se vaya. No quiero verlo en este momento — resopló, pero su voz tembló cuando salió.

Podía sentir los ojos de Mina en la parte posterior de su cabeza, pero se negó a encontrar su mirada y su amiga finalmente dejó escapar un suspiro y se dio la vuelta para alejarse.

Daiquirí de DuraznoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora