A escondidas

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La luz se filtraba por la rendija entre las cortinas, perforando su cráneo y haciéndola gemir de dolor.

— ¡Sol de la mañana! —

Yaoyorozu maldijo y metió la cabeza aún más debajo de la almohada cuando Mina entró arrastrando los pies en la habitación luciendo fresca como una margarita.

— Oh ¿mala resaca? Por suerte para ti, te traje la cura perfecta ¡comida grasosa y aspirina! — anunció, colocando una bandeja con una hamburguesa, un vaso de agua y dos pastillas en su mesita de noche.

— ¿Cómo estás tan alegre en este momento? — se quejó, tirando hacia atrás sus sábanas y tomando primero el agua y la aspirina — ¡Bebiste tanto como yo anoche! —

Mina se encogió de hombros y se dejó caer en la silla de su escritorio.

— Mayor tolerancia. Nunca has bebido tanto antes, así que por supuesto que lo sentirás esta mañana —

Yaoyorozu dejó escapar un gruñido ininteligible, bebiendo casi todo el vaso bajo la atenta mirada de su amiga.

— ¿Cuánto recuerdas de anoche? — preguntó con cuidado y ella atino por fruncir el ceño mientras tomaba la hamburguesa.

— Bebimos un par de tragos de tequila —

— Más de un par de tragos — interrumpió Mina con una expresión atormentada y Yaoyorozu hizo una mueca.

— Cierto. Entonces... ¿bailamos? ¡Oh, Dios mío, ¡bailé frente a toda esa gente! —

Ella gimió y se golpeó la frente, lamentando la acción, ya que empeoró el dolor de cabeza que palpitaba detrás de sus ojos.

— Sí... eso fue vergonzoso... —

Ambos se sentaron en un silencio pensativo durante unos segundos antes de que Yaoyorozu suspirara y se recostara contra las almohadas.

— Todo lo demás es un poco borroso... ¿recuerdas algo más allá del baile? —

— Kirishima apareció en un momento y me hizo beber un poco de agua. Después de eso me sentí mejor. Incluso me acompañó a casa — decidió omitir la parte en donde una extraña aura los rodeaba mientras hablaban a altas horas de la madrugada.

Aun así, no pudo evitar que un ligero rubor cubriera sus mejillas y los labios de Yaoyorozu se torcieron a pesar de su miserable estado.

No era ningún secreto que había sentimientos románticos allí, pero sabiamente permaneció en silencio y se dedicó a su comida, para que su amiga no decidiera darle la vuelta a la tortilla.

— Sin embargo, no sé qué te pasó mientras Kirishima me cuidaba. Aunque me aseguró que estabas bien cuando me preocupé... —

Las cejas de la azabache se juntaron y se frotó la cabeza mientras trataba de recordar los acontecimientos de la noche anterior que giraban en torno a una vertiginosa serie de imágenes.

— Bueno, estoy segura de que después de una ducha fría seré capaz de pensar con claridad — dijo finalmente encogiéndose de hombros, tratando de no dejar ver lo preocupada que estaba por las piezas que faltaban en la línea de tiempo de la noche anterior.

Mina le dirigió una mirada que decía que estaba haciendo un trabajo horrible, pero no la presionó, sino que simplemente le dio unas palmaditas en el muslo antes de irse y dejarla sola con sus pensamientos.

Mientras se quitaba el pijama (al menos había tenido la previsión de quitarse el sucio vestido antes de caer en la cama), trató una vez más de recordar lo que había sucedido después de que Mina y ella hicieran su debut en la pista de baile.

Daiquirí de DuraznoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora