CAPÍTULO 7

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ΩIlluminaΩ

¿Por qué había tomado la responsabilidad de Kyle?

Jamás había tenido la oportunidad de echarse la culpa por salvarle el pellejo a alguien más, y aunque los padres del príncipe no impusieron algún castigo, la incógnita seguía dándole vueltas a su cabeza.

Lo peor era que mientras más pensaba, más vívidos se volvían los recuerdos de su borrachera con Kyle en el almacén de vinos. Otra semana transcurrió y ninguno de los dos volvió a tocar el tema, el cerebro de Piscis hablaba y hablaba sin cesar sobre eso, pero ninguna palabra llegó a salir. Kyle estaba ocupado haciendo sus deberes de preparación para la monarquía, Piscis pensó que él también debería de estar en su castillo haciendo lo mismo y no siendo un ratón de biblioteca inútil e intruso en ese reino.

Su aceptación al mar había avanzado, ahora podía sentarse en la punta del muelle y meter sus pies en el agua, había aprendido que a Illumina lo rodeaba una gran malla de metal que fue construida con ayuda de las sirenas, y esta estaba sujeta a unas boyas que reposaban en la superficie del agua. O sea, todo dentro del perímetro de la malla no era peligroso, pues ningún animal grande podría caber por allí.

Mo estaba nadando alrededor, escondiéndose bajo el muelle y volviendo a salir al calor del sol sobre el agua. Se le notaba inquieto, y era de esperarse después de ponerse a pensar qué harían los reyes de Errhante si se llegaban a enterar que descuidó a su legítimo rey por andar detrás de una aleta.

—Mo.

El tiburón se detuvo para verlo a los ojos.

—Yo...no te dije lo que pasó en el almacén. Bueno, no te dije todo—al murmurar lo último logró captar toda la atención de su guardián, quien escaló con sus brazos el puente hasta apoyarse de las tablas dónde estaba sentado Piscis.

—¿Qué pasó?

El pelinegro abrió la boca, pero la volvió a cerrar. Sus manos estaban inquietas sobre la tela de su pantalón y sentía cómo sus mejillas se ponían calientes. Sonrió un poco cuando los dedos húmedos de Mo apartaron el flequillo de su cara y lo colocaron tras su oreja, el guardián de verdad sabía darle ánimos con sus caricias fraternales.

—Piscis—dijo su nombre con suavidad para darle a entender que podía hablar.

El príncipe respiró hondo y apretó sus manos.

—Kyle me dijo que estaba enamorado de mí—miró el horizonte azul unos instantes antes de mirar a las tablas del muelle—. Se corrigió. Dijo que no le gustaba, sino que estaba enamorado. Y me dijo que quería besarme en ese momento.

La expresión de sorpresa del tiburón era de esperarse, sus comisuras estaban curvadas en una sonrisa incrédula y se podían ver las puntas de sus dientes.

—¿Y cómo fue?

—¿Cómo fue qué?—parpadeó el príncipe.

—El beso.

Piscis se mordió los labios, ahora toda su cara estaba roja de vergüenza, no había dicho que se besaron, pero la imagen de haberlo hecho aceleró su corazón.

—No, no nos besamos—murmuró con bochorno, ahora Mo estaba decepcionado.

—¡¿Por qué no?!

—¡S-Seremos reyes! No podemos estar en estos embrollos. Además, ¿no es demasiado apresurado? Primero tengo que saber si lo que siento es real, y tampoco sé si él lo dijo solo porque estaba borracho. Pero...

—¿Pero...?

Piscis soltó un sonido derrotado.

—De verdad creo que quería besarlo.

Bajo el MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora