CAPÍTULO 10.

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ΩErrhanteΩ

—Entonces el tratado debería prolongarse al menos cincuenta años más, Illumina cuenta con una sana granja al aire libre, más la artificial que se encuentra en el interior del castillo. Usando los sumergibles comandados por control remoto podríamos periódicamente buscar y enviar provisiones a nuestro reino vecino.

Kyle se apresuró a secundar.

—Por eso quería venir hasta acá con tanta urgencia, su alteza. Siento que una exportación entre reinos nos beneficiaría, y ahora que pasará a ser el Primer Ministro del príncipe, creo que es conveniente decírselo.

La reina Débora observó al hermano de su esposo, el hombre tenía la frente más arrugada de lo normal, con las cejas fruncidas ante todo ese drama tan deliberado.

—¿Poner tu vida en riesgo...por un tratado?

—Alteza, en mi defensa, creí que los submarinos de Illumina eran más resistentes—se excusó con vergüenza, luego sonrió—. Pero esa es precisamente la parte beneficiosa para mi reino en este tratado, nosotros les damos provisiones naturales y ustedes nos dan materiales y equipo submarino. Para nadie es un secreto que el arrecife de las sirenas está lleno de cuevas con depósitos de piedras preciosas.

Escorpio quiso hacer un gesto, se notó en el temblor de sus cejas, pero se relajó. Por el bien del reino, o por su propio bien, le venía de maravilla un buen tratado de exportación de comestibles con fotosíntesis no artificial. Estaba en total desacuerdo con la idea de darle equipo submarino a Illumina, bien se sabía que eso solo les daría ventaja contra ellos cuando se desatara una guerra.

Pero Piscis era el próximo rey, lamentablemente. La responsabilidad de la corona ya no recaía sobre sus hombros expertos, sino sobre esos delicados de un niño mimado y asocial.

Géminis, su hermano, nunca habría logrado tal crianza inmaculada; un ser perfecto que con un simple chasquido de dedos estaba a tus pies, que no reprochaba. Sin embargo, esa maldita bestia que tenía de guardián...A veces imaginaba un mundo feliz donde dejaba libre a esas criaturas y los bombardeaba con ondas sonoras para alejarlos del territorio de Errhante, pero si hacía eso ¿quién sería su mano de obra? ¿Quiénes repararían el castillo y los protegerían?

Era una colonia de bestias, cuevas y riscos submarinos plagados de abominaciones carroñeras que habían olvidado su formación jerárquica a cuestas de un lugar donde vivir miserablemente, y por consecuencia, a su principito.

—Bien, entonces se harán los documentos correspondientes—dijo y giró hacia uno de los guardias para avisarle—. El príncipe Kyle se quedará hasta que tengamos el tratado para firmarlo.

Los príncipes reverenciaron al Ministro y sonrieron en despedida. En silencio y seguidos por las damas reales de la reina, se dirigieron hasta la habitación de Piscis, con puertas de aluminio selladas casi herméticamente, una habitación ordenada y una cama enorme digna de un príncipe como lo era Piscis.

—¿Y mi cama?—preguntó el moreno en cuanto las damas dejaron la habitación.

Piscis acomodó sus plumas en su escritorio, sonriendo.

—Como parte de la Ley de los Bienes del Rey, príncipes y princesas deben compartir habitación. Además...—Kyle se asomó a su lado y trasladó el peso de su cadera hacia la madera del escritorio—. La presión de las puertas de Errhante está medida con precisión, la idea es abrirlas lo menos posible; trasladar una cama desde el cobertizo hasta acá consiste en abrir muchas puertas.

El moreno le dio un escaneo completo al muchacho que aún acomodaba los implementos de escritura en los ordenadores de la mesa. Con sigilo pasó su mano por el espacio entre la capa de Piscis y su espalda, para rápidamente pegarlo a su pecho.

Bajo el MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora