CAPÍTULO 12

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ΩIlluminaΩ

El silencio de todo un salón es casi imposible de lograr, entre cuchicheos y murmullos nadie nunca había podido hacer callar a cien personas con tan pocas palabras. Sin embargo, el ahora rey de Errhante había logrado lo inimaginable junto al rey Kyle, la situación fue tan gratuita que Gayard tuvo que decirle a sus guardias que acompañaran a los invitados al patio para que la conversación fuera más privada.

Escorpio, al oír el cerrojo de la gran puerta del salón, se levantó golpeando la mesa con las palmas de sus manos y exclamó:

—¡Insolente! Esto no es un juego, ¿Cómo te atreves a exponerte a ti y a este reino de tal manera?—bufó—. Mira lo que lograste, serán ambos el hazmereír del reino, ¡Y de nuestro reino!

—Es mi deseo como rey.

Piscis se notaba estoico, aunque su mano, abrazada a la de Kyle y escondida entre los pliegues de su capa, temblara sin control.

—¿Ah, sí? Bueno, espero brindes un buen dote para Illumina—invitó el hombre con cinismo—. Como si pedir la mano de un rey fuera muy barato, ¡Pones en riesgo nuestra economía! ¿Esta es tu primera hazaña como rey, llevarnos a la ruina?

—¡BASTA!

Pandora miró a su esposo, que retomó enseguida su postura calmada tras ese poderoso grito. Levantándose y limpiando unas migajas invisibles de sus hombreras, se dirigió a Escorpio.

—Discúlpeme, pero mi hijo no necesita de un dote, solo basta su consentimiento—Kyle alzó las cejas—. Mi hijo no es ni será un objeto o propiedad por la que se pueda pagar una suma de dinero, espero que el rey Piscis comprenda eso y jamás insinúe con remunerar económicamente a Illumina por su unión.

Débora miró a su cónyuge, la situación la había tomado más que por sorpresa, no podía creer que su hijo le hubiera ocultando tanto ¿En qué momento pasó todo? ¿Los escasos meses que residió en Illumina lo hicieron encontrar su identidad? ¿Por qué no lo notó? ¿Por qué él, su pequeño que se escondía entre sus brazos para llorar, había decidido no contarle nada?

—¡Mo!

Ahora el tiburón, que se había quedado en silencio igual que Akni, alzó el mentón hacia el ex-gobernante. Escorpio lo miraba como siempre, con desdén y asco de toda su línea consanguínea, solo que ahora se le sumaba un odio picado de traición.

—¿Cómo pudiste permitir esto? Debías cuidar del príncipe Piscis—señaló—. Dejaste que esto sucediera, ahora sus responsabilidades como rey están siendo opacadas por...

—Señor Escorpio, yo no tengo por qué cuidar al principe del amor. Lamento que usted le tenga miedo.

—¡Insolente!

—Escorpio, sus gritos se deben de escuchar fuera de este salón—comentó Gayard.

—¿Sugiere silenciarme?

—Ordeno que se calle.

Las mujeres de la estancia observaron a los reyes sin corona dedicarse una tensa mirada con mandíbulas apretadas. Si tuvieran que batirse a duelo, Gayard ganaría por fuerza y experiencia en combate, pero Escorpio lo haría por trucos y trampas; todos lo tenían claro. Y, al parecer, esa era la diferencia enorme, la brecha inalcanzable para el ahora ministro de Errhante, reconocer que todos sabrían que su victoria no sería justa si se enfrentara al moreno.

Algo había grabado entre el azul del iris de Gayard, un mensaje agresivo y determinado que aún no podía descifrar. Le preguntó la razón de su mirada de decepción, pero el residente de Illumina le ignoró y ordenó a los guardias que abrieran de nuevo las puertas.

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⏰ Última actualización: Oct 03 ⏰

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