09:23AM.
Al ingresar a la gran habitación caracterizada con aquel sitio argentino, hallaron casilleros y la actividad principal: una catarata artificial compuesta por piedras que rodeaban una escalera que habilitaba el acceso a la cima, que formaba una laguna donde el agua caía. Por los alrededores de ésta, había más piedras para sentarse junto a una barra libre. Instantáneamente, les atendió una joven de sonrisa cálida acompañada por hoyuelos.
—Buen día. ¿Cómo estamos?. —les saludó, dejando en evidencia su acento porteño.
—Buen día. —le devolvió el saludo, colocándose levemente nervioso al sentir que Harry aumentaba el agarre entre sus manos entrelazadas—. Supongamos que bien...
–TE ESTÁ MARCANDO COMO SUYO AL FRENTE DE ALGUIEN.
Del bolsillo sacó dos llaves que les entregó a cada uno.
—Tomen. —decretó—. Para que puedan dejar sus cosas y ropa antes de hacer la actividad.—¿Dónde podemos desvestirnos?. —quiso saber H, cauteloso.
—En los baños o acá mismo, no hay problema. —contestó con simpleza—. Cuando estén listos, vayan arriba de la catarata, que los voy a estar esperando. —fue lo último que dijo antes de irse rumbo a las escaleras.
Desvió su azul al verde que estaba congelado a su lado y le sonrió previo a abrir el casillero 28, que era el suyo, dejando adentro su mochila. Se agachó con la intención de desatar sus cordones al aprovechar que tan solo eran ellos dos en el lugar, elevando la mirada para observarle completamente quieto como piedra, estando perdido en una conversación interna en el tiempo congelado.
—¿Te incómoda si me desvisto al frente tuyo?. —inquirió, viéndole negar al instante como respuesta reflejo.
Sin decir más, comenzó a desvestirse para quedar únicamente en boxer, guardando cada prenda doblada con cuidado. También se sacó la gasa de la mano para que no se humedeciera, notando que la herida estaba mejor. Se percató de soslayo que el menor simplemente se había quitado el buzo y solamente se dedicaba a observar su cuerpo sin disimulo alguno, detenidamente, generándole cierto pudor. Su cuerpo solía provocarle inseguridad al recordarle las voces del pasado y, el hecho de que le prestara tanta atención como si fuera una obra de arte admirable, se le era extraño y confuso al él no considerarlo la gran cosa, uno más de los conjuntos de carne y hueso entre el montón de billones dispersos por todo el planeta. Por esa razón sus mejillas adquirieron pigmentación rojiza, llamando la atención ajena y contagiándole su sonrojo al demostrarle que lo había descubierto, quedando sin argumento alguno como para justificar su intención.
—Perdón. —se disculpó directo y nervioso, aclarando la garganta al mismo tiempo que miraba fijo el interiores de su casillero semi vacío y cubría su boca con el puño, fingiendo demencia.
Pasó saliva en seco, y una de sus comisuras labiales se elevó inevitablemente.
—No es nada... —le restó importancia, cerrando la puerta con la llave.Sin embargo, se percató de las quinientas ojeadas "disimuladas" que el rizado le dedicaba a, principalmente, su torso desnudo, mirando por cortos segundos su piel acaramelada con pecas como si tuviera un imán y después obligándose a apartar su jade para no molestarle, desvistiéndose lentamente al estar más interesado en ver su pecho y abdomen. Hasta que finalmente quedó únicamente en ropa interior, dejándole ver toda su blanquecina piel decorada por tatuajes y recordándole a la situación del camarín, donde sus manos habían recorrido toda su extensión con deseo y desesperación mientras las ajenas se perdían en el nacimiento de su cabello. Y, al notar otra mirada rápida, decidió en un movimiento ágil tomar sus muñecas para llevar sus palmas a su cintura para que tan solo ese chico lo marque, sintiendo el contraste de su propia calidez contra la frialdad de los anillos, produciéndole escalofríos a ambos a su vez que su esmeralda viajaba para examinar cada parte con detenimiento, atontado, como si tuviera que admirar algo estando a siete horas atrasado, siendo consciente del tic tac del reloj reflejado en su sombra y que acabaría consigo.
ESTÁS LEYENDO
Al final mueren los dos.
Fanfiction«Sabes que la fiesta ha terminado cuando estás parado solo en un espacio vacío» Londres, 2014. Un Louis con el corazón roto se encontraba entre las solitarias calles de Londres junto a sus mejores amigos cuando la tétrica melodía del llamado de Muer...