10:02AM.
Al salir de Sunflower, Harry le tomó de la mano para caminar rumbo al otro lugar al que lo llevaría, entrelazándolas como de costumbre mientras iniciaba otra de sus miles de charlas sin fin y amaban la manera en la cual crujían las secas hojas anaranjadas bajo sus zapatillas de goma escrita a juego, además del hecho de que las nubes grisáceas ya habían establecido su reinado en el cielo, anunciando una lluvia próxima.
—A uno de mis sitios favoritos en el mundo. —fue la respuesta que recibió su pregunta respecto a cuál sería su paradero, acompañada de una cálida sonrisa de hoyuelos que contagiaba con luz a su verde.
Y, con esas sonrisas, podía asegurar de que el rizado se había robado todas las estrellas del cielo, convirtiéndose en el Chico de las Estrellas al emanar una luz semejante pero propia, y encargándose de colocarlas una por una en cada recoveco de su pecho para acabar con el vacío que rellenaba su interior, compartiéndole ese calor y amor para que se sienta completo luego de tanto tiempo. Estrellas que lo curaban no por el hecho de estar compuestas por hidrógeno y helio; en realidad, podía ser cualquier otro objeto porque, lo que realmente importaba, era el acontecimiento de que el alfa las tenía por naturaleza y con ellas arreglaba lentamente cada parte de su alma y lobo, complementándolo no tan solo físicamente.
Hizo un puchero, ladeando la cabeza.
—Dame una pista, hombre. —pidió, viéndole negar riéndose.—Tú has hecho lo mismo conmigo. Así que, shh. —siseó, deteniendo el paso para colocar la punta de su índice sobre sus finos labios.
Alzó las cejas con gracia, sonriendo, y llevó su mano restante a la cintura ajena.
—Así que me gusta un lindo chico vengativo. —y con atrevimiento abrió la boca para morderle delicadamente.Sus hoyuelos aparecieron y le tomó suavemente del mentón para levantarle la mirada, dejándole un beso dulce que le hizo sonreír sincero con sus arrugitas. Tonto. Estaba demasiado tonto por ese chico. Después siguieron caminando rumbo a algún sitio desconocido al que todavía no le interesaba conocer al estar más centrado en conversar con un lindo rizado que le dedicaba sonrisas laderas con medialunas y una mirada de adoración, que en saber hacia dónde se estaban dirigiendo sus pies.
—¿Nunca has soñado con tener hijos, Lou?. —le preguntó de repente un tema disparado, como solía hacer.
No entendía de qué lugar de su mente ese ojiverde lograba encontrar tales temas tan diversos tan esporádicamente únicamente para atentamente escucharle hablar. Como si su aguda voz fuera el estimulante de aquella fábrica de pensamientos, bastando solo de algunas palabras para que sus engranajes funcionen con la intención de no terminar jamás con esa estimulación; siendo una cadena que solo La Parca establecería el fin.
—Ni siquiera puedo cuidarme a mí mismo, menos a un mocoso. —sinceró, encogiéndose de hombros—. ¿Tú?.
—Ahora mismo estaría deseando que tuviéramos más tiempo... —dijo y le dedicó una de esas miradas brillantes por la picardía, acompañada de una sonrisa con hoyuelos. Sabía que algo travieso saldría de aquella bonita boca de apariencia inocente, y simplemente le fascinaba—, y tú útero. —admitió directo, con tupé.
Su cara fue pintada por una espesa capa de rojo chillón, sintiendo que hasta sus orejas ardían al pasar por su cerebro una imagen fugaz de lo que aquel "inocente" ojiverde había imaginado: estar acorralado de nuevo, besos ruidosos, manos escurridizas con deseo de recorrer la piel caliente, toqueteos fugaces, habitación repleta de jadeos debido a besos en el cuello, un nudo entre ambos...
–Harry sabe cosas. No te hagas el desentendido.
—¡Harry!. —chilló, viéndole carcajearse con ganas por su pudor.
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Al final mueren los dos.
Fanfiction«Sabes que la fiesta ha terminado cuando estás parado solo en un espacio vacío» Londres, 2014. Un Louis con el corazón roto se encontraba entre las solitarias calles de Londres junto a sus mejores amigos cuando la tétrica melodía del llamado de Muer...