XX | Rainbow - I.

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       19:00PM.

Se ayudaron mutuamente a colocarse el collar de plata con la inicial del otro que acababan de comprar y ahora compartirían junto a los anillos de papel. Agachó la mirada para buscar el dije de H que ahora colgaba de su cuello y descansaba en su pecho, lo tomó entre sus dedos cuidadosamente y le dió un besito ruidoso, haciendo reír a su novio con ternura, quien cubrió su boca con el dorso de su mano y logró contagiarle.

—Deja de ponerme nervioso, Tomlinson de Styles. —le ordenó—. Eres un jodido cursi, pero me pones nervioso.

Le agarró del mentón, dándole un tirón para generar que se encorve, teniendo sus comisuras labiales completamente elevadas al notar que un débil calor se desataba en las mejillas ajenas como un sonrojo rosado.

—¿Sabes, lindo? Incluso logras que me agrade un poco mi lado cursi porque me fascina verte así de nervioso y tierno por mi culpa. —acotó su verdad, presionándole la punta de la nariz con en índice sin acabar su agarre y observando sus hoyuelos aparecer profundos—. Así que gracias por darme autoestima sin siquiera ser consciente completamente.

Estuvo a punto de colocarse en puntas de pie para poder darle un besito en la boca como obsequio ocasional, sin embargo se congeló al escuchar a una señora canosa tras haber caminado al lado suyo en ese pasillo de la joyería, dejando que en el aire se disipe su aroma a vainilla por encima de los suyos.

—La sociedad de hoy en día da asco. ¿Haz visto como cada vez hay más pecadores sueltos en las calles? Mi nieto resulta ser pecador y deja de ser mi nieto. —le comentaba a su amiga, quien asintió, estando de acuerdo con su opinión.

Sus palabras se filtraron por su oído accidentalmente tal cual lo hizo la inseguridad que reinó en su cerebro al segundo siguiente.

Batió sus pestañas repetidas veces en muy pocos segundos, teniendo esa voz desconocida haciendo eco en su cerebro a su vez que se dedicaba a perderse en el jade ajeno, quien gruñó molesto frente a lo que había oído también, pero no hizo nada al notar rápidamente que él empezó a dar vueltas en círculos por estar perdiéndose en la mitad del pasillo sin escapatoria alguna de su fábrica de pensamientos. Por alguna razón no estaba pudiendo reaccionar como con la mujer de Walls, ignorando su comentario y al final decirle a su novio que todos podían irse a la mierda por juzgar un bonito amor tan genuino como el suyo; sino que se paralizó ante el prejuicio, teniendo la palabra «Asco» en su mente como si fuera los caballos de una calesita abandonada, dando vueltas y vueltas y vueltas sin dejar de correr velozmente, estando William pidiéndole entre lloriqueos que por favor se detuvieran un segundo antes de que finalmente lograran ahogarlo en la inseguridad del pasado.

Bah.. En realidad la causa de su tristeza repentina no era desconocida... Era su olor.
Una omega con la misma fragancia que poseía su madre era quien había dicho esas palabras, ocasionándole esa molestia que parecía haber ingresado como una pelusita tediosa.

–El aroma es una jodida coincidencia de mierda, Louis.

–Pero realmente no lo sabemos, Will...

Su fábrica de pensamientos podía resultar tramposa y masoquista consigo mismo a causa del temor y la falta de confianza. Por esa misma razón fue demasiado fácil que en su cabeza se engendre un miedo constante que aceleraba su corazón, colocaba inquieto tanto a él como a su lobo y le producía un gusto amargo junto a una acidez concentrada en su garganta.

Mientras, el rizado por ser el único testigo de cómo unas palabras pudieron afectarlo tanto, haciendo amargo su dulce aroma a chocolate, con desesperación y cierta confusión le tomó de las mejillas para que no dejara de observar su esmeralda. Recordó que Harry podía sentir su angustia asfixiante gracias a las marcas que compartían y maldijo internamente por no poder matar esa molestia para evitar que él la sienta por su culpa, poder sacarle a él esa mano de la garganta que lo estaba dejando sin aire.

Al final mueren los dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora