Sabía que mantener una relación con Draco Malfoy sería toda una hazaña en lo que respecta a las opiniones de los amigos y familias de ambos. Y lo fue, pero nada lo preparó al poco tiempo que tendrían como pareja.
Harry comenzaba su día a las siete de la mañana, apenas si desayunaba una taza de café y se iba al trabajo. Ser el jefe del Departamento de Aurores no tenía un horario fijo, en ocasiones, pasaba días sin pisar su casa para algo más que dormir. Por otro lado, Draco se levantaba religiosamente a las cinco de la mañana, disfrutaba de un buen desayuno y se encerraba en su oficina para tratar con toda la gestión de sus empresas familiares, saliendo de viaje un par de veces al mes.
Un beso rápido en las mañana era todo el contacto físico que tenían durante el día y, a veces, compartían un momento antes de irse a dormir.
La vida de adulto no era tan divertida, pero ambos trabajaban en algo que les gustaba.
Encontrar tiempo para ellos fue cuestión de prueba y error. No fue hasta que Harry colocó un televisor en la habitación -a regañadientes de Draco- que por fin dieron con algo que podían compartir: series y películas.
Harry siempre envidió a su primo quien podía ver la televisión a cualquier hora y momento, mientras que él debía conformarse con el ruido que se filtraba por debajo de la puertecita de la alacena e intentar usar su imaginación para completar las imágenes que tenía prohibido ver. Cuando fue a Hogwarts, nadie hablaba de dibujos animados o telenovelas, por lo que perdió interés sobre ello.
Fue cuando terminó la guerra y se mudo a un pequeño departamentito en el Londres Muggle, que Harry se reencontró con una tv algo vieja y de mala calidad, pero lo suficiente para conectarse con aquel mundillo al que no podía acceder de niño.
Era divertido, pero para sorpresa de Harry, fue Draco quien se terminó volviendo un apasionado de las series y películas muggles. Tenía cuentas en todas las plataformas de streaming, compartía reseñas con Luna, quien lo introdujo al mundo del anime y eso fue escalando al punto en que los domingos se volvieron el día de ver tv, tirados en la cama y comiendo chucherías.
Quizás Harry no fuera tan fan como su chico, pero si que disfrutaba de estar recostado sobre el pecho de Draco, dando y recibiendo mimos y comiendo porquerías en la cama, el único día donde su novio le permitía llenar de migas sus sábanas italianas.
. . .
Cortito, porque hoy no tengo ganas de complicármela.
Disfruten.
Besos en la cola.
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Drabbles de Mayo | Drarry
FanfictionDraco Malfoy es de Harry Potter y viceversa, quien lo niegue, se le tallara "no debo decir mentiras" en la piel y créanme, no será lindo.