Era consciente de que a su marido no le gustaría para nada la presencia del nuevo miembro de su, para nada común, familia. Ni bien se aparecieron en la mansión, Draco comenzó a demostrar cuán molesto estaba dando fuertes pisotones, cual niño con una rabieta.
Harry intentó convencerle, pero nada parecía hacerle cambiar de opinión.
-No.
-¡Vamos Draco! ¿Acaso puedes echarlo con esta carita? -Dijo, alzando al pequeño cachorro y poniéndolo enfrente del rostro de Draco. No había sido buena idea, se suponía que debía derretirse ante semejante lindura, no poner la cara de repulsión que tenía en ese momento.
-Si que puedo, dámelo y verás como lo hago. -Dijo, intentando tomar al cachorro. Harry lo apartó rápidamente, apretándolo contra su pecho.
-¡Draco!
-Harry, ¿crees que el perro me molesta? -Dijo Draco, sentándose en el sofá con las piernas cruzadas. Ni siquiera tuvo que decir nada, su expresión le decía todo a su novio. -Bien, si, también me molesta, pero más me molesta que hagas cosas sin consultarme antes.
-Pero es que sabía que me dirías que no. -Se defendió, acariciando al perrito y siendo recompensado con pequeñas lamidas.
-¿Acaso mi opinión no cuenta? -Dijo su marido, ya no tan molesto, sino más bien decepcionado. -Todo tiene que hacerse a tu manera, pero yo también vivo en esta casa y no es justo que lo hagas justo cuando se encuentra presente tu familia, que me detesta, y está al pendiente de que haga una escena solo para recordarte lo malo que soy para ti.
Harry se sintió fatal, en realidad tenía razón, como casi siempre. Cuando Luna trajo al perrito en busca de alguien que lo cuidara, supo que era una mala idea y que sería motivo de discusión con Draco, pero verlo tan flaco y con una herida en su frente, le recordó un poco a sí mismo. Ron tuvo la idea de presentarlo en la cena que llevaría a cabo Molly para celebrar que Hermione estaba esperando su primer hijo, de esa forma, Draco no podría negarse. Reconocía que había sido muy injusto.
Todos estaban igual de encantados con el perro, excepto Draco. Quien se mantuvo en silencio y fue el único que no quiso tomarlo entre brazos.
-Draco, lo siento mucho. -Dijo, aceptando que el perrito no podría quedarse. Harry sintió como sus ojos se aguaban, notando lo rápido que se había encariñado con el animal. -Dame tiempo ¿si? En lo que busco una familia para él.
Esa noche Draco tardó más de la cuenta en irse a dormir a su habitación y, a diferencia de otras ocasiones, esta vez no le abrazo.
. . .
A la mañana siguiente Harry le pidió cuidar del chucho por un tiempo, diciendo que Luna iría por el perro cerca del mediodía. Se marchó al trabajo sin darle un beso de despedida.
Draco aun seguía molesto, odiaba que Harry pusiera esa expresión lamentable y que anduviera por la casa suspirando resignado. No sabía si lo hacía sin darse cuenta o era un método para hacerle sentir culpa.
No sentía un gramo de culpa, no le gustaban los animales, mucho menos los perros y no quería a un vagabundo dando vueltas por su impoluta mansión.
Escucho al bicho llorar y había estado ignorándolo durante todo la mañana en lo que terminaba de revisar unos documentos, hasta que se arto de tanto lloriqueo. Se acercó a la jaula improvisada que Harry había armado en la salita del segundo piso, cercana a su oficina. Cuando le vio, el perro comenzó a saltar y ladrar emocionado, moviendo su rabo cortado sin parar.
Era feo y con ganas, le faltaba un pedazo de su oreja, tenía una herida en la ceja que no le dejaba abrir bien el ojo derecho y necesitaba un corte de pelo urgente. Además, su color marrón con manchas grises daba pinta de que no se había bañado nunca, y quizás fuera así.
-Eres una cosa horrorosa ¿Quién más podría quererte además de este miope? -Dijo Draco, tomando uno de los tantos juguetes que la familia de Harry le había obsequiado y se lo lanzó, viéndolo correr tras él.
Al animal se le notaban las costillas, claramente había pasado hambre y maltratos. Draco no pudo evitar compararlo con Harry, al pequeño Harry de once años debajo de una alacena.
El perro volvió a él con el juguete en la boca, dejándolo a sus pies y mirándolo atento, esperando que lo lanzara de nuevo.
Draco aun recordaba la expresión llorosa de Harry anoche, estaba molesto, pero no había nada que Draco odiara más que poner triste al hombre que amaba. Suspiro mientras tomaba al chucho y bajaban a la cocina, era hora de comer y mandar una lechuza a la loca Lovegood.
Harry llegó a casa más temprano de lo usual, entrando a su oficina con la expresión más triste que le había visto en años, creyendo que el perro ya se había ido. Su cara cambió a una de sorpresa cuando encontró al chucho durmiendo en una camita improvisada bajo los pies de Draco.
-Se queda con la condición de que le enseñes a comportarse. -Dijo, sin levantar la vista de los documentos, pero sabía que Harry en ese momento tendría una sonrisa de oreja a oreja -Y si llego a ver que destroza mis pantuflas o hace pis en mi alfombra, se irá a la calle junto contigo.
Su marido no agregó nada, solo se limitó a sentarse sobre su regazo, besándole con ganas.
Bueno, Draco si estaba conforme con eso. Harry tampoco dijo nada de que había utilizado una de sus horribles camisetas para la cama del perro.
. . .
-Mira Teddy, tenemos un nuevo miembro en la familia. -Dijo Harry, trayendo en brazos al pequeño perro, que movía su colita mocha sin parar, saltando de sus brazos para ir a olfatear y lamer la cara de su ahijado.
-¡Si! -Grito el niño feliz, acariciando al perro como Draco le había enseñado, sin jalar sus orejas ni hacerlo de forma muy brusca. Teddy era pequeño, pero muy obediente cuando se trataba de las órdenes dadas por su marido.
-Le pondré Sirius. -Dijo, ganándose una mirada de descontento por parte de Draco.
-Se llamará Procyon -Alegó su marido, dejando la charola con la merienda de esa tarde sobre la mesita del living.
-Es un nombre horrible.
-Mejor que ponerle el nombre de tu padrino muerto.
-¡Cyon! -Gritó Teddy, corriendo alrededor de los sillones, siendo seguido por el perro.
-Bien, Cyon será. -Dijo Harry, dándose por vencido, torciendo el morro cuando Draco sonrió triunfante.
-Genial, ahora baja esa cosa del sillón, arruinara el tapizado. -Dijo Draco, colocando un almohadón sobre la alfombra, frente a la mesita ratona.
Harry miró confundido el sillón, siendo Teddy el único arriba, donde Cyon no podía alcanzarle.
-Cyon esta abajo.
-Me refería al mocoso.
-¡Draco!
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Drabbles de Mayo | Drarry
أدب الهواةDraco Malfoy es de Harry Potter y viceversa, quien lo niegue, se le tallara "no debo decir mentiras" en la piel y créanme, no será lindo.