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Angela salió del set, observó a su alrededor, un auto último modelo se acercó a ella. Un hombre bajo del asiento del conductor y abrió la puerta del pasajero.

— El Patrón me mando por usted señorita.

— ¿Quien es tu patrón?— Ella pregunto con el ceño fruncido.

— Miguel Ángel.— El hombre mencionó.

Con duda subió al asiento de atrás. El hombre subió al asiento del conductor y comenzó su camino.

— ¿Tu como te llamas?— Ella pregunto curiosa.

— Joaquin.— El respondió con la vista pegada en el camino.

— Que bonito nombre.— Ella agregó observando por la ventana, al ver que se adentraban a una de las zonas más exclusivas del Distrito Federal.

—Muchas gracias.

— ¿Y tu también vendes flores?— Ella pregunto curiosa.

— Eh, si. Algo así.— El hombre asintió.

— ¿Y como se llama la tienda?— Ángela pregunto.— En la fiesta no me dieron ninguna tarjeta.

— Somos proveedores.— Joaquín explicó.

— Ahh— Angela asintió como si aquello fuera demasiado obvio.

— Ya casi llegamos.— El hombre anunció.

Minutos más tarde, Angela se encontraba en un gran restaurante. Demasiado lujoso y exclusivo. Bajo la mirada hasta su ropa, un vestido hecho por su abuela nuevamente se presentaba sobre su cuerpo.

Joaquín abrió la puerta, dejándola salir.— La esperan adentro.

Ángela asintió entrando al lugar. Todo se encontraba vacío, a excepción de un mesero y una recepcionista que le indicaron su camino.

En una mesa se encinta a el, justo como la última vez que lo vio. Un cigarro en sus manos y un vaso de whiskey frente a el.

— Mija.— El hombre hablo levantándose de su asiento a medida que ella se acercaba.— Siéntate, que bueno verte.

— ¿Por qué haces esto, Felix?— Ella pregunto.

— ¿Hacer que?.

— Esto— Ella señaló a su alrededor.— Mandarme flores, la pulsera, invitarme a comer. Estoy en una relación, no puedes seguir asiendo estas cosas. Discúlpame.— Ángela abrió su bolsa sacando la caja aterciopelada dejándola sobre la mesa.— Tengo que irme.

— Me prometiste una comida.— Felix la detuvo.— Después de esto, te voy a dejar en paz.

Ángela suspiró antes de que ambos tomaran asiento. Félix alzó su mano no llamando al mesero. El menú fue entregado a la pareja.

La mujer posó su vista en la carta. Nombres de platillos que nunca había escuchó antes. Las bebidas tenían nombres extraños y no había ninguna fotografía que pudiera indicarle de que se trataba.

— Yo quiero este— Ángela señaló con su dedo.

— Eso es el nombre del restaurante, señorita.— El mesero hablo. Ángela observó apenada a Félix, quien mantuvo una expresión seria.

Ella rascó detrás de su oreja con nervios.— ¿Que se te antoja comer, mija?.

— ¿Tiene caldo de gallina?— Ella pregunto.

— Contamos con consomé, ¿le gustaría que le trajera un plato?.

— Eh, si.— Ella asintió rápidamente.— Y un agua con hielo.

— ¿Y para usted señor?.

— Lo mismo.— El habló cerrando la carta.

— En un momento se lo traigo.— El mesero se alejó.

— Nunca había venido a un lugar así.— Angela se excusó con una sonrisa nerviosa.

— Una muchacha como tú debería de estar acostumbrada a esto y más.— El hombre halago.

Ángela sonrió apenada.— Muchas gracias.

— ¿Como van las películas?— Félix pregunto.

— De maravilla.— Ella respondió con emoción.— Siempre había sido mi sueño, y gracias a dios y el esfuerzo de mi mamá pude lograrlo.

La comida llegó, y ambos comenzaron a comer.— ¿Ocupan algo mas?.

— ¿Tienes tortillas?— Angela pregunto.— Y chile serrano.

El mesero observó con incomodidad a Félix.— No contamos con eso señorita.

— Pues entonces consíguelas.— Felix ordenó.

El hombre asintió rápidamente con la cabeza antes de salir rápidamente a la cocina. Ángela se encogió de hombros.— No tenías que hacer eso.

— Mereces ser tratada como reina.— Felix aseguró.— Eso es lo que eres.

— Estoy muy lejos de ser una.— Angela le aseguró.

— Y las reinas deben deben de ser vestidas con las mejores joyas.— Felix tomó la caja aterciopelada y sacó aquel costoso brazalete. El extendió su mano, esperando a que Ángela extendiera la suya. Lo pensó por unos segundos, antes de dejar su muñeca sobre la palma de la mano del hombre.

Félix colocó la joya sobre su piel. Acaricio su mano antes de soltarla. Ángela observó con atención como la joya vestía su piel, se sentía bien, demasiado para ver verdad.

Las únicas piezas de joyería que había llegado a usar eran las artesanales, y de utilería en el set. Pero ahora eran reales, nunca había estado presente ante joyas reales hasta ese momento.

Y sus ojos parecían brillar a la par de aquellos diamantes colocados con delicadeza en aquella pieza de oro.

— ¿Te gusta?— El hombre pregunto.

Ángela asintió frenéticamente. El mesero llegó apurado nuevamente a la mesa. En una canasta junto con una servilleta de tela se encontraban tortillas recién echas, y en un plato chile serrano cortado finamente.

La comida consistió en muchas risas de parte de Ángela, y halagos por parte de Félix. La mujer no pudo negar que estaba pasando un buen momento.

Al final de la cita. Los dos adultos caminaron hasta la salida del lugar.— Me la pase muy bien el día de hoy.— Angela confesó.

— Entonces, ¿cual es tu decisión?.

— No veo por qué no podamos ser amigos.— Angela sugirió.

— Amigos, pues.— Felix aseguro.

Ángela asintió antes de subir al coche y dirigirse al set nuevamente.

𝐃𝐀𝐍𝐂𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋 | narcos mexicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora