3

570 57 7
                                    

Estaba siendo más fácil de lo que pensaba. Había ido a la fiesta sin saber muy bien si la iba a encontrar, pero jamás se había imaginado que iba a conseguir no sólo encontrarla, sino también traerla a su habitación minutos después.

No parecía tan nerviosa como cuando, un poco sin esperar respuesta, había tirado de ella hacia la calle y le había subido a su coche. Ahora estaba tranquila, inspeccionando cada rincón de la habitación y contoneando su precioso cuerpo por todo el lugar.

— Es bonita —había dicho minutos después.
— Sin más —contestó, encogiéndose de hombros.

Anahí se acercó a la ventana.

— Desde luego tiene buenas vistas. No sabía que el hotel del campus fuese así.
— Técnicamente no es del campus. Solo esta cerca —tenía las manos en los bolsillos porque dudaba poder controlarse sin tocarla si las sacaba.
— Me has entendido —chistó, bromeando.
— ¿Quieres tomar algo? —Anahí lo miró, dudando durante unos segundos eternos en los que sus ojos azules se clavaron en él como si así pudiese leerle el pensamiento, hasta que terminó asintiendo.
— Si no es algo púrpura como lo de la fiesta...
— Creo que lo puedo mejorar.

Alfonso les sirvió a ambos whisky, aunque el de Anahí lo rebajó todo lo que pudo con agua para que no le quemase la garganta. Ella sonrió cuando él le ofreció el vaso y le dio un trago despacio.

— Está bueno —exclamó en un susurro.
— Está bien después de un día largo —sonrió en respuesta, intentando no centrar toda su atención en los sexys movimiento de Anahí.
— ¿Cuánto te quedarás?
— No lo he decidido todavía —contestó, después de unos segundos en silencio.

Anahí asintió en silencio, dando otro trago a su bebida y mirando fijamente al hombre que, desde aquella mañana, le había robado los pensamientos.

— Volviendo a esta mañana —comenzó de nuevo Alfonso, ¿le leía el pensamiento?—. Dijiste que el tema novio era complicado... ¿Me explicarías por qué?¿Debo preocuparme? —levantó una ceja.

Anahí se mordió el labio, nerviosa. Complicado era una eufemismo bastante considerado para el tema. Acababa de conocerlo hacía unas horas, aunque ya habían compartido unos besos realmente exquisitos y quería volver a repetirlos pronto. Así que no le podía contar la verdad, como tampoco podía acostarse con él. Ahogo un pequeño grito. No podía acostarse con él, jamás podría... Y eso le daba rabia porque de verdad quería hacerlo.

— No tengo novio.

Alfonso asintió sólo una vez, mirándola serio desde la distancia que los seguía separando.

— ¿Entonces?
— Entonces estás muy lejos para que podamos volver a besarnos —contestó descarada antes de sonrojarse desde la raíz.

Alfonso sonrió de lado y cortó la distancia en menos de cinco segundos, atrapando su boca con fuerza y fiereza, haciéndola gemir. Dios santo, si esa era su reacción con un simple beso... ¿qué pasaría si...? No pudo pensar más porque Alfonso la apretó contra sus caderas de nuevo y sintió como su erección tocaba, directamente contra su centro, haciéndola temblar.

— Alfonso... —gimió.
— Llámame Poncho, cielo. Soy Poncho para ti.
— Poncho... —repitió ella cuando él volvió a arremeter contra ella— Esto es tan...
— ¿Tan...?

Alfonso había dejado de besarle en la boca para pasar a atacar su cuello con verdadera maestranza. Jadeó cuando chupó cerca de su oreja, y vio más estrellas cuando, segundos después, tiró de su lóbulo con los dientes. Sentía humedad entre sus piernas y las abrió un poco más para que la erección de él pudiese llegar más lejos. Oh, Dios santo. Era tan bueno...

Futuro pactadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora