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Durante las dos semanas siguientes, Anahí vivía como en una nube. Seguía yendo a clase y entregando trabajos, pero se la pasaba sonriendo las veinticuatro horas del día y Charlotte la acompañaba a comprar para organizar todo lo de la boda. Boda que se iba a celebrar esa misma tarde y con la que soñaba desde que se había sincerado con Alfonso.

— No necesito nada especial —le había dicho esa misma noche, mientras estaban abrazados en la cama hablando sobre su gran día—, una pequeña ceremonia con los justos y necesarios, rápida y simple.
— ¿A quien quieres invitar?
— A Charlie, solo a ella. No quiero que nadie se interponga entre nosotros.
— ¿Qué te parece si solo van Charlotte y Rubén? Podrán hacer de testigos y cuando todo esté solucionado, podremos celebrar algo grande.
— ¡Si!

Como buena testigo, después de ayudar con todo lo necesario, ahora le estaba ayudando a peinarse y vestirse.

— Estoy temblando —sonrió, cuando su amiga la miró a través del espejo.
— ¿Estás nerviosa? Alfonso será hoy tu marido, y eso significa que...
— Que podremos acostarnos por fin.

Charlotte asintió.

— ¿Necesitas algún consejo?
— ¿Me los darías?
— Sabes que puedes confiar en mi y preguntarme sin miedo. Responderé a lo que necesites lo mejor que pueda.

Anahí asintió y después pensó en todas las dudas que le llevaban surgiendo las últimas semanas. Charlotte rió con algunas, pero terminó respondiendo todas, por muy tontas que fuesen.

— ¿Crees que estamos haciendo bien?
— Os amáis, claro que si.
— No me refiero a la boda en si. Sino a la forma... No sé, tengo miedo a que esto pueda repercutir en su negocio... Matthew y mi padre también tienen contactos y no creo que se tomen muy bien lo que estoy a punto de hacer.
— Alfonso lo tendrá todo controlado, tranquila. No va a dejar que nada se interponga en vuestro camino.

Un par de horas después, Anahí caminaba por el pequeño pasillo de la capilla en la que iban a celebrar su unión del brazo de Rubén, que miraba sonriente hacia delante, donde estaba Charlotte junto a Alfonso. Anahí dejó de temblar en el momento en el que sus ojos se posaron sobre él y una calma total la rodeó, haciéndola sentirse segura y completa. Estaba haciendo lo correcto, lo sabía.

Alfonso no podía creer la suerte que estaba teniendo. Anahí caminaba hacia él inocente y sonriente, se iba a convertir en su esposa, por fin. Había ganado.

Después de una breve ceremonia, el cura los declaró marido y mujer y Alfonso besó a la novia como si fuese una muñeca de porcelana, cálida y dulcemente, introduciendo su lengua solo superficialmente y dejando a Anahí con ganas de más. Pero ya estaba, ya eran marido y mujer, ya podría acostarse con él sin remordimientos, sin sentirse culpable.

— ¿Cómo te encuentras, señora Herrera?
— Lista para todo.

Alfonso soltó una risita divertida al ver la seguridad con la que Anahí hablaba.

— Me muero de ganas de estar a solas contigo —le susurró Alfonso al oído mientras cenaban con sus testigos.
— Yo también —sonrió ella, mirándole por unos segundos que calentaron el corazón de Alfonso tanto como su cuerpo.

El día estaba siendo perfecto. Charlotte se había encargado del menú para la cena y les había preparado también una sorpresa para el postre pero, justo cuando estaban a punto de degustarlo, el teléfono de Anahí comenzó a sonar con la melodía particular de su padre, Psicosis.

— Disculpadme —sonrió con timidez, levantándose de la mesa y alejándose mientras se llevaba el teléfono a la oreja— ¿Si, padre?
— Ann, ¿cómo estás? No sabemos nada de ti desde las vacaciones... Y cuando viniste apenas concretaste nada con Collins. Queríamos saber si podrías venir este fin de semana, para hablar de la boda y empezar a enviar las invitaciones. Quedan menos de dos meses para el enlace y aún tenéis mucho que preparar —rió—. Aunque me temo que tu madre ya ha metido mano a algún que otro tema, como el vestido y las flores, ya sabes que le encanta. En nuestra boda también se encargó ella. ¿Podrás venir, entonces?
— Padre...
— No creo que por venir un fin de semana suspendas, Ann. Nunca has suspendido, tu comportamiento es ejemplar. Te esperamos para comer el sábado, ¿de acuerdo?
— ¿Puedo llevar a alguien al menos?
— ¿Charlotte? Por supuesto, me imagino que ya le habrás comentado los planes de boda que tienes tras graduarte, estará emocionada por ti. Que venga también, podrá ayudarte con los preparativos.
— Desde luego —sonrió Anahí, pensando en todo lo que le había ayudado con su boda con Alfonso—. Desde luego —volvió a susurrar.

Futuro pactadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora