La casa de los Puente no era sencilla, ni acogedora. Estaba en lo alto de una colina rodeada de árboles y vallas que la separaban de las casas vecinas. Contaba con dos pisos y las paredes, a pesar de que eran de piedra gris, estaban llenas de enredaderas que hacían que la casa pareciese más tétrica que familiar.
— Bienvenido a la mansión Adams —dijo Anahí suspirando a Alfonso cuando este aparcó frente a la entrada.
— Ya he estado en sus oficinas, no tengo nada que temer, preciosa.Llegaron hasta la puerta dados de la mano y, cuando fue a llamar a la puerta, vio cómo su anillo brillaba frente a ella, dándole fuerza para enfrentarse a todo. Les recibió Mauricio, el mayordomo que había estado junto a su familia desde antes que ella tuviese recuerdos. Ya era mayor y el poco pelo que tenía era blanco y corto. Sonrió a Anahí cuando sus ojos se encontraron y ella estuvo a punto de abalanzarse sobre él y a abrazarle con todas sus fuerzas. Le caía bien ese hombre, como el servicio de su familia. Ellos eran los únicos que habían estado con ella siempre.
— Bienvenida, señorita. Señor...
— Herrera —se presentó—, Alfonso Herrera.Si Mauricio se sorprendió al ver a Alfonso en lugar de a Charlotte, como otras veces, no dijo nada. Simplemente asintió y continuó hablando:
— Les diré a tus padres que ya estáis aquí. El señor Collins llegó hace media hora, os esperan en el salón.
— Mauricio —exclamó entonces Anahí, agarrando al hombre del brazo—. No les digas el nombre de mi acompañante, por favor.
— Si, señorita.
— Señora —susurró cuando Mauricio se hubo marchado.
— ¿Estás lista? —Alfonso la abrazó por detrás durante unos segundos, dejando un beso en su cabeza antes de separarse— Es hora de la verdad.Del salón provenían tres voces, dos masculinas y una femenina, y cada una de ellas ponía más nerviosa a Anahí que la anterior. Los tres parecían pasar un buen rato, entre risas y comentarios que murieron en las bocas de todos cuando Anahí entró de la mano de Alfonso en el salón.
— ¿Qué significa esto, Ann?
— Pensaba que estaba claro —exclamó Alfonso alzando la mano de Anahí con el anillo.
— Tiene que ser una broma.
— Nos... Nos hemos casado.Anahí sabía que su voz sonaba temblorosa y asustada, pero no podía dejar que Alfonso se enfrentase a ellos solo. Miró a los tres rostros serios que la miraban. Sus padres sentían decepción, lo sabía porque, a pesar de sus esfuerzos, había visto esa cara millones de veces antes. Cuando sus notas bajaban unas décimas, cuando elegía un vestido que a sus padres no les parecía apropiado, cuando les dijo que quería estudiar educación... Pero Matthew... No sabía qué estaba pasando por la mente de Collins. Lo había visto pocas veces en su vida, pero nunca tan serio y distante como ahora.
— Pero, pero... ¡Ann! —comenzó su madre— ¿Cómo es posible? Si esto es una broma, Ann, no tiene ninguna gracia ¿Y usted quién es?
— Alfonso Herrera —intervino Collins, por primera vez—. Te crees muy listo, ¿verdad?¿Es todo lo que sabes hacer? —se carcajeó— Engañar así a mi futura mujer para que se encapriche contigo y termine haciendo todo lo que tu quieras. Dime, querida —miró entonces a Anahí—, ¿te ha contado sobre nuestro problemita en el pasado? Él fue demasiado inocente entonces, como tú ahora ¿Qué te ha prometido?¿Amor eterno? Alfonso ni siquiera sabe lo que es eso, ¿cierto?
— No te atrevas a asustar a mi mujer —le interrumpió Alfonso, colocándose entre Anahí y él— ¿entendido? Ni si quiera vuelvas a dirigirle la mirada si quieres seguir con vida.Ambos se miraron fijamente durante unos segundos que a Anahí le parecieron eternos, hasta que Collins volvió a hablar de nuevo, dirigiéndose otra vez a ella y desobedeciendo la advertencia de Alfonso.
— Dime, querida ¿de quién ha sido la idea de casarse?
— Mía —contestó, irguiéndose todo lo posible—. Y sobre ese problemita que hablas con mi marido si, lo sé todo. Sé que eres tan despreciable como para aprovecharte de cualquier persona que confíe en ti. Y no he venido aquí para tener vuestra aprobación —se giró hacia sus padres—, sino para presentaros oficialmente a mi marido. Puede que seas mis padres, pero en el fondo sois tan despreciables como el señor Collins.
ESTÁS LEYENDO
Futuro pactado
FanfictionSolo era una niña cuando el futuro de Anahí se decidió. Todo estaba claro, debía estudiar en el mejor internado para señoritas, aprender cómo mantener una casa y a su marido contento pero, sobre todo, era su deber llegar virgen al matrimonio. No es...