6

532 55 6
                                    

Alfonso aparcó su coche frente a la casa en la que vivía Anahí dos días después, yendo directamente desde el aeropuerto. Le había mandado un mensaje diciendo que acababa de aterrizar y que debía preparar una pequeña mochila con algo de ropa y su neceser porque no se quería separar de ella más de lo necesario. Anahí le había respondido divertida que si pensaba secuestrarla y él había estado tentado de hacerlo realidad y esconderla para siempre en el otro lado del mundo. Lejos de Matthew Collins y su estúpido matrimonio concertado. Pero tenía que dar otras dos charlas en la universidad y si desaparecía sin más no iba a ser muy profesional así que lo máximo que podía hacer era acaparar la atención de Anahí tanto tiempo como le fuese posible, mientras intentaba que el matrimonio no tuviese lugar.

Anahí subió al coche un par de minutos después, sonriente, y él la atrajo a su boca agarrándola por la nuca y haciéndola gemir en el beso.

— Hola, preciosa.
— Hola —contestó azorada aún por el beso.
— ¿Cómo has estado?
— Bien —sonrió, acomodándose mientras Alfonso volvía a la carretera—, he estado bastante ocupada con cosas de la universidad, quiero terminar todo antes de las vacaciones de primavera para poder disfrutar.
— ¿Qué vas a hacer en las vacaciones de primavera?

Anahí lo miró en silencio durante unos largos segundos, antes de responder con sinceridad.

— En realidad, no tengo ni idea. Mi padre me ha suplicado que vaya a casa para... —se calló antes de decir que debía ir a casa a planear su boda— para verme. Pero le he dicho que tengo muchos trabajos grupales y que necesitaremos las vacaciones para quedar y hacerlos, así que solo tendré que ir un par de días.

Alfonso asintió, en silencio. Después, soltó:

— Podríamos pasar el resto de las vacaciones juntos. Tengo una pequeña casa en la playa y pensaba ir de todos modos.
— ¿En serio?
Aja —asintió— ¿Por qué no? Así podremos pasar más tiempo juntos y yo tendré el placer de verte en bikini la mayor parte del día.
— Poncho... —lo llamó, advirtiéndole.
— Lo sé, preciosa, lo sé. No nos acostaremos, solo si tú me lo pides, te lo prometo.
— No te lo voy a pedir —rió, le gustaba que le dejase a ella la elección.
— Bueno, yo no me cierro a nada—se giró un segundo para guiñarle el ojo—. Estoy a tu entera disposición, para lo que sea.
— Lo tendré en cuenta.

Cuando entraron en la habitación, Anahí vio a un hombre serio y recto, que no conocía, en traje en mitad de la sala. Paró en seco y miró a Alfonso con una ceja levantada.

— No tengas miedo, solo es Rubén.
— ¿Rubén?
— Mi amigo y guardaespaldas —sonrió, colocando una mano en su espalda baja y acercándola hacia el hombre, serio y en silencio—. Esta bien, Rubén, puedes descansar amigo.
— Genial —sonrió hacia Anahí—. Encantado de conocerte, os dejaré a solas —desvío su mirada a Alfonso—. Si me necesitas, llámame.
— No creo que me hagas falta en un buen rato.

Anahí se ruborizó de nuevo al escuchar el comentario seguido de las sonrisas de ambos hombres. Después, Rubén hizo una inclinación leve de cabeza, despidiéndose de ambos, y salió por la puerta por la que ellos habían entrado minutos antes.

— ¿Quieres algo de beber?
— Agua. No sabía que tuvieses guardaespaldas. No lo he visto las otras veces que nos hemos visto.
— No es que necesite excesiva seguridad, solo me gusta tomar precauciones —le dio un vaso con agua y hielo—. Cuando nos chocamos, Rubén estaba a cierta distancia y no te vio como una amenaza. Aunque si te hubiese visto como una, me hubiese encantado morir entre tus brazos. En la fiesta le di la noche libre porque quería encontrarte y no sabía cuanto tiempo me llevaría, ni hacía donde. Y la otra noche... Bueno, era una charla —se encogió de hombros—. Y la verdad, esperaba que quisieses salir conmigo.
— ¿Entonces? —exclamó intentando no atragantarse con la sinceridad que había en la voz de Alfonso— ¿Por qué tienes un guardaespaldas?
— Suele quedarse cuidando documentos importantes, me acompaña a eventos en los que puede haber más aglomeraciones y está presente en casi todas mis reuniones, por si el asunto se pone... Pesado.

Futuro pactadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora