Final

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Jennie

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Jennie

—¿Segura que está bien si me quedo aquí un tiempo? —le pregunté, soplando la nariz en un pañuelo de papel que empezaba a desmoronarse—. No quiero ser una molestia.

—Chica por favor. Eres bienvenida a quedarte aquí —dijo Nayeon, y me entregó un nuevo pañuelo—. Simplemente me gustaría que me dijeras qué demonios sucede.

Parecía genuinamente preocupada, pero no estaba lista para hablar. Por no mencionar que, todavía no sabía qué hacer. No sabía si debería llamar a la policía, o qué. Solo necesitaba un lugar para esconderme hasta que consiguiera mi cabeza bien clara.

Tenía una semana antes de que Yeonjun llegara a casa, y no había manera en el mundo de que volviera a ese condominio. No dejaría que la mujer que mató a mis padres cuidara de mí.

—No puedo —dije a través de mis lágrimas—. Me gustaría, pero no puedo.

Extendió la mano y alisó el cabello al lado de mi cabeza. —Cuando estés lista para hablar, estoy aquí.

Nayeon intentó suspender la cita de la que estuvo hablando desde hacía dos semanas, pero me negué a dejarla hacer eso. Era un desastre emocional y quería pasar la noche sola. Me sentí más que feliz de ver a Nayeon salir por la puerta una hora más tarde.

Me tendí en el sofá y lloré durante casi toda la noche. En algún momento, caí en un sueño intranquilo. Los recuerdos de la noche que mantuve bajo llave fueron liberados y no tuve más remedio que volver a vivir todo de nuevo. Excepto que mi pesadilla era diferente esta vez. Esta vez yo era la víctima.

El sonido de los disparos resonó y gritos de Yeonjun rompieron mi corazón de nuevo. Y luego ahí estaba el rostro de la intrusa, los ojos helados de Lisa pasaron a través de mí, y me dejaron una sensación de frío y de miedo.

Se apartó del cuerpo sin vida de mi madre y se dirigió hacia mí.

—Eres la siguiente pequeña perra —gruñó en mi cara.

Sus dedos se clavaron en mis brazos, clavándome en la puerta de la habitación de mis padres, y luego se inclinó y me besó.

Daba vueltas en el sofá, cuando oí un ruido extraño. Mis ojos se abrieron, mis sentidos en alerta, y me senté en la oscuridad de la habitación. Di un grito ahogado cuando una sombra se movió contra la pared frente a mí.

Cuando el rostro ya no era protegido por la oscuridad de la noche, no sentí ningún tipo de alivio. Se paró frente a mí, una pistola en la mano, y sin que el pulso le temblara mientras daba un paso hacia delante y me apuntaba.

—¿Qué haces aquí, Eunha? —pregunté, levantándome del sofá y orando para que mis rodillas me sostuvieran.

—No te hagas la tonta, Jennie, sabes por qué estoy aquí —dijo entre dientes.

The Book ━━ JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora