Para Lalisa, el trato era sencillo; una chica más para tener solo sexo sin ningún tipo de relación, un nombre más para agregar a su pequeño libro.
Un trato en el cual Jennie solo tenía que cumplir dos reglas:
No negarse.
No enamorarse.
De lo contrar...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jennie
Su juguete.
Ella me había llamado así. La peor parte, era que ni siquiera podía enojarme por sus palabras porque eso es exactamente lo que era.
Comprada y pagada.
Y allí había estado, finalmente empezando a jugar, y me gustó. En realidad, me encantó. Tener a una mujer tan fuerte en la palma de mi mano, eso es lo que se llama poder. Y que Dios me ayude, quería sentirme poderosa.
Tan pronto como se acercó y se cerró la puerta, la miré y vi la ira en sus ojos.
—Ignórala —dijo.
Estaba harta de que la gente actuara como si estuviera a segundos de romperme. Si no me había roto aun, seguro que no iba a hacerlo ahora.
No quería ignorarla. Quería utilizar sus palabras para hacerme más fuerte.
Quería utilizar todo lo que había aprendido hasta ahora para hacerme más dura.
—Tiene razón —dije—. Soy tu juguete.
Trató de suavizar las cosas. —No lo pienses de esa manera, Holli...— La corté.
—Y me gusta.
Se detuvo y me devolvió la mirada, como si fuera una desconocida que acababa de entrar en la habitación. Por último, el lado de su boca se levantó.
—Entonces ven aquí y déjame jugar contigo.
Fui hacia ella y cuando sus dedos se clavaron en mis caderas, no la aparté. Quería esto, la quería a ella.
Usando un dedo, inclinó mi cara hacia la suya y pasó su lengua por mis labios.
— ¿Realmente te asusto? —preguntó.
Una vez más... me trataba como si estuviera a punto de romperme. No más. Había terminado con eso.
—No. —Para mostrarle que lo decía en serio, capturé su labio inferior con los dientes y jalé. Una vez vi a una mujer hacerlo en una película, y volvió al hombre loco. Hizo lo mismo con Lisa. Sus dedos se clavaron en mis brazos mientras me movía, presionando mi culo contra su escritorio. Me miró peligrosamente y supe en ese momento que jugaba con fuego. Sin embargo, lo último que sentí fue miedo.
Me estaba poniendo a prueba, tal como lo había hecho desde el momento en que la conocí. Era un experimento para ver hasta qué punto la dejaría ir cuando lentamente pasó las palmas de sus manos por mis muslos. Era una prueba cuando metió su dedo a un lado de mis bragas y comenzó a correr suavemente el dorso a través de mí, cada vez dejando que su nudillo masajeara mi clítoris. Todo era una prueba y por los sonidos de aprobación que hacía, me sacaba sobresaliente.
Mi cabeza cayó hacia atrás, dejando que las sensaciones que su dedo creaba corrieran a través de mí. Nunca había sentido algo tan increíble.
Sacando su dedo de mi ropa interior, metió su nudillo en su boca y chupó. Casi exploté en el acto.