Capitulo 10

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Jennie

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Jennie

Me desperté a la mañana siguiente, al amanecer. Con un café en la mano, me coloqué ante el enorme conjunto de ventanas y observé al mundo cobrar vida. Los recuerdos de la noche anterior, cómo estuve archivando los documentos y haciendo el trabajo de secretaria en la ropa más pequeña conocida por el hombre, me hizo reír. Debería haber estado histérica, pero no pude evitarlo. Lisa, en verdad, era una loca rara, y supongo que yo también lo era, ya que disfrutaba un poco de nuestros jueguitos.

Una hora más tarde, saqué a YeonJun a la sala donde nos encontramos con el señor Martin. Cuando regresé a la habitación, lloré en la ducha.

Llorar, era la cosa más extraña cuando las cosas iban mejorando, pero lo hice por YeonJun, por Abu, por mis padres; sollocé en voz alta por la vida en general, lo cual era tan desequilibrado. Las cosas podrían cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Gracias a Lisa, la vida cada vez era más fácil, más confusa, pero más fácil.

Por otra parte, Lisa solo era otra cosa más en mi vida que no era permanente. Sin mencionar que ella estaba por todos lados. Sin asimilarlo totalmente sabía que me había involucrado en algo loco.

Después de una vida que era bastante aburrida y de pasarla cuidando de los demás, tal vez ese "algo loco" era lo que necesitaba.

Cuando terminé, cerré el grifo de la ducha, aparté la cortina, solo para encontrar ropa nueva y una gruesa toalla lujosa esperando por mí.

Rápidamente, sequé mi cuerpo y en lugar de vestirme con la ropa, me coloqué la bata que me dejaron. No sabía quién había estado en la habitación conmigo, pero no iba a sentarme asustada en el baño sin averiguarlo.

Me arrastré hasta la sala de estar del hotel y encontré a Lisa.

Renunció a su habitual traje de dos piezas por un par de pantalones vaqueros y un suéter holgado. Se hallaba de pie en el centro de la habitación, haciendo girar alrededor de su dedo un juego de llaves. Mirando fijamente la vista de la ciudad, parte de su cabello se encontraba atado en una pequeña coleta mientras que otra parte se encontraba suelto y usaba un par de gafas de sol. Se veía deliciosa.

Una vez que se dio cuenta de que la miraba, volvió sus ojos avellana sobre mí.

Liberé el aire que contenía. — ¿Qué haces aquí? —pregunté.

Elevó una de las comisuras de su boca, haciendo gala de sus atractivos hoyuelos. —La habitación está a mi nombre y pagué por ella.

Se dirigió hacia mí y de pronto me di cuenta de lo espantosa que debía de verme. Quizás eso fuera algo bueno. Tal vez no querría tener sexo conmigo en ese momento exacto.

Extendió su mano y tocó un mechón húmedo de cabello. —Sé que debo verme...

—Absoluta y jodidamente atractiva.

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