❝ DANGEROUS AFFECTION ❞
our connection is unnatural.
the first book of affection saga, presents:
the love story of chiara and sam.
━ 𝐂hiara llega a Forks donde
encuentra a su pareja, don-
de tod...
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▃▃▃▃
Luego de su noche de bodas en su nueva casa, la pareja se había dedicado a visitar partes de Canadá como Vancouver y Montreal, luego en Estados Unidos recorrieron desde Boston, Louisiana, donde Chiara había pasado la luna llena y ahora, luego de casi un mes y medio fuera de Forks, Sam conducía por la carretera hacia Salem pues la híbrida le había dicho que necesitaba encontrarse con alguien que le daría un par de respuestas que ocupaba antes de volver para ver a Allison, a Brianna, a la manada y tal vez a Antonella y Jacob.
Por su parte, la híbrida se había mantenido callada en todo momento y la verdad es que no había dejado de darle vueltas a la inesperada visita que tuvo durante la boda y por supuesto, al asunto que tenía con Leonardo. Él era su padre, al menos el biológico verdadero. Ahora comprendía el enorme parecido entre ella y el mayor.
—¿Vas a decirme que ocurre ya, belleza? —pregunta Sam tomando la mano de su esposa sin quitar los ojos de la carretera.
—No es nada, es solo que... en la boda me enteré que Reginald en realidad es mi tío y Leonardo mi padre. —dice ella luego de suspirar.
—¿Él te lo dijo? —asintió— Y eso no es todo lo que te preocupa ¿o si? —dice el lobo mirándola de reojo.
—No es que me preocupe sino que no es algo que me emocione contarte —Sam frunció el ceño y Chiara lo miró con una expresión que no supo descifrar— Por la reacción que puedas tener.
—¿Qué pasa Chiara?
—Detén el auto.
Sam obedeció y detuvo el carro en la orilla de la autopista, miró a su esposa a los ojos esperando una respuesta y ella no muy segura se la dio.
—Caius estuvo en la boda. —soltó la italiana— Cuando desaparecí, entré en el bosque porque sentía que alguien me observaba y ahí estaba él. —decía al mismo tiempo que el recuerdo llegaba a su memoria.
—¿Eres feliz? —reconoció aquella voz y pronto supo de quién se trataba, quien era el que la estaba observando desde hace un rato.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Me alejé de Aro para venir, igual que Leonardo.
—No me hagas reír, Caius. Eres incapaz de hacer eso. —dijo mirándolo por primera vez a los ojos, sin temor a lo que pudiera sentir. Y tal y como ella lo sabía, no sintió nada.