Parte 3

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A la mañana siguiente Sanji despertó, la fiebre había disminuido considerablemente  y los tres días pasados fueron como una laguna en su mente solo que ahora detectaba un delicioso aroma proveniente de Zoro.

Al contrario Zoro recordaba lo que había pasado en la noche, se propuso a no tocar el tema a menos que Sanji lo comentará. 

Chopper no entendía que le había sucedido a Sanji, se dispuso a continuar haciendo estudios ya que no quería que volviera a pasar por lo mismo, sabía que Sanji era un raro tipo de sangre pero ahora notaba que quedaba un rastro de feromonas, cosa extraña ya que no era un componente de la sangre, con ayuda de Robin encontró unos antiguos textos que hacía referencia de una época donde la extinción humana era inminente por la disminución en la natalidad, en ella hablaba de la evolución de los humanos,  la información estaba muy desgastada solo hacía mención de aparición de feromonas en la sangre la cual se clasificaba en dos grandes grupos, pero no especificaba las condiciones de estos. 

 Mientras Chopper se encerraba en su consultorio, Zoro había decidido olvidar aquel beso que Sanji bajo la inconsciencia de la fiebre le dio, pero era más sencillo pensarlo que hacerlo, ya que no podía ni siquiera verlo sin que el recuerdo de sus labios pasara por su mente por lo que decidió no estar en el mismo lugar que él, algo difícil porque ya habían zarpado hacia la siguiente isla que marcaba el Log Pose.

Zoro evitaba estar en el mismo lugar por lo que se la pasó día y noche en la cofa del Thousand Sunny, pero aún así no evitaba a Sanji debido a que este iba a llevarle comida.

A Sanji le resultó extraño que Zoro lo evitará y que ni siquiera se pusiera a discutir con él como lo acostumbraba, por lo cual comenzó a sentir que en su pecho nacía una profunda melancolía, a pesar de no recordar el beso ni como lo hizo sentir ese aroma que de él emanaba, aún sentía en su ser algo que lo atraía, cada que le llevaba la comida sentía como se sonrojaba y no podía mirarlo solo dejaba la charola y se retiraba.

Para Zoro el interponer esa distancia comenzaba a dejar de funcionar ya que todo el tiempo pensaba en Sanji, era algo extraño, el que fuera un hombre por el que sintiera atracción no le importaba pero ya se habia auto denominado como asexual ya que nunca habia tenido interes por las pasiones carnales, tal vez era que todo el tiempo estaba centrado en ser el mejor espadachin que no le habia prestado atencion a sus instintos mas bajos, no esta de mas mencionar que Sanji seria su primer contacto pasional, ese beso fue el primer rose de labios que habia tenido en su vida, por lo que considero que la bestia que en su interior habia despertado era algo normal.

Se decidió a dejar de torturarse y acercarse a Sanji nuevamente, esa noche todos dormían excepto el cocinero quien limpiaba su área de trabajo, la pulcritud siempre lo había caracterizado, Zoro se acercó sigiloso cual depredador acechando a su presa, se detuvo detrás de él y lo aprisiono con uno de su brazos colocado en la alacena que se encontraba frente ellos.

Sanji se giró de inmediato con intención de atacar pero al darse cuenta quien estaba a sus espaldas no pudo evitar sonrojarse, Zoro viéndolo desde lo alto, sujetó su barbilla y con su pulgar le acarició los labios, como si de instinto se tratara este abrió su boca y lo comenzó a  lamber, esto hizo despertar a la bestia que se encontraba en el interior de Zoro y atrajo de manera agresiva para besarlo, su cuerpo hervía algo que había en la saliva de Sanji enloquecía a Zoro, al contrario de este Sanji tenía un conflicto en su cabeza no sabia por que su cuerpo había reaccionado así y mucho menos entendía por qué no podía dejar de besarlo, con la poca cordura que le quedaba empujo a Zoro y corrió a encerrarse a su camarote. 

Zoro no entendía el actuar del cocinero por lo que sacó el sake almacenado, y se fue a su camarote a emborracharse, pero los litros de alcohol no calmaban a la bestia que había despertado, al contrario solo hacían que pensara más en Sanji, en el calor de su cuerpo, en su aroma, en la suavidad de su piel, en como su lengua se movía para acariciar su pulgar, todos estos pensamientos hicieron que la vestía en su interior se excitara ocasionando una prominente erección, y al no tener a su lado a la persona causante de esa desbordante pasión, tuvo que sucunbir sus ansias con el toque de sus manos.

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