Parte 12

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-Te dejaré los medicamentos que tienes que tomar junto con las indicaciones escritas por aquí, ya que ustedes tienen muchas cosas de qué hablar- el pequeño reno salió de la habitación.

Sentado en la cama Sanji abrazó su rodillas para proteger su vientre y desvió la mirada hacia la ventana de su camarote, no quería que Zoro se diera cuenta que estaba llorando.
Durante varios minutos pasaron sin que alguno de ellos pronunciara alguna palabra, Zoro se acercó a él comenzó a acariciarle el cabello, esta dulce caricia causó que las lagrimas regresaran a sus ojos, ya que seguía sin entender lo que el espadachín quería de él.
-¿Por qué me mentiste?- tantas cosas que quería decirle pero solo estas palabras pudieron salir con su voz rota y sin apartar la mirada de la ventana. 

-No es lo que piensas….
Esta respuesta causó que una furia creciera sobre su pecho, con la fuerza que tenía se levantó para alejarse y poder confrontar la mirada del espadachín.

-Entonces cómo explicas lo que esta pasando, no creo que antes de tener sexo contigo ya haya quedado embarazado, tu eres mi primero- en este punto su voz se volvió un susurro para posteriormente volver a encender.-  Si me acabas de decir que no harías nada por el impulso de las feromonas pero al parecer ya lo habías hecho.

El espadachín agacho la mirada no podía negar que cayó rendido a las feromonas, le dolía que su lado salvaje lo había controlado y con ello estaba lastimando a quien se prometió proteger.

-Perdóname, se que esto solo me hace ver como el mayor de los mentirosos, pero lo que siento por ti es tan real, no puedo negar que cedí a mis impulsos de Alfa, puedo pedirte disculpas y entendería que no me perdonaras, ya me lamente durante varios días y por eso me aleje de ti, entrene tanto para doblegar mis instintos por que el vacío de distanciarme de ti era más doloroso que reprimir a la bestia en mí- hizo una pequeña pausa para posterior mirar el vientre de Sanji -Ahora ya no puedo lamentarme por que dentro de ti crece una prueba del amor que te tengo.

-Pero como quieres que te crea si están las feromonas de por medio, si al parecer lo que guía nuestras acciones son los instintos más que nuestros sentimientos, sin este cambio en nuestros cuerpos no nos hubiéramos acercado… seriamos solo dos nakamas, no estaría tan confundido, no tendría mi cabeza echa un desastre, todo sería más simple, no tendría este miedo, nada está saliendo como lo planee supone que debo de ser un compañero fuerte alguien confiable pero ni cocinar puedo cumplir ahora solo soy una carga.- El cocinero cayó de rodillas ahora el llanto lo controlaba.
El espadachín se acercó rápidamente a él pero el cocinero se apresuró a lanzarle varios manotazos tratando de alejarlo.
-¡No me toques!, no entiendo como estoy llorando como un niño pequeño solo dejando mas en claro que soy un debilucho además no entiendo como pude ser engañado por ti y aun así sentir que te amo como un idiota.- al terminar esta frase el cocinero dejó de luchar, no estaba listo para decirle al espadachín que lo amaba, Zoro logró acercarse y así acunarlo entre sus brazos para susurrarle al oído
-Yo también te amo y te lo demostrare, además no eres alguien débil al contrario nadie pasaría por tal cambio y seguirá de pie tienes la fuerza para crear vida y llevarla dentro de ti- le dio un tierno beso en la frente.

El llanto cambió a sollozos hasta que se quedó dormido, pero aun así las lágrimas continuaban descendiendo sobre sus mejillas. 
Zoro lo llevó a la cama y lo mantuvo abrazado durante toda la noche limpiando continuamente sus lágrimas con pequeños besos, mientras que una de sus manos acariciaba el vientre de su omega.

El cocinero despertó sin creer todo lo que había pasado el día anterior, era una escena nebulosa e irreal, no podía creer que algo crecía dentro de sí y fuera el reflejo del amor que había nacido entre él y el estúpido marimo. El característico aroma maderoso y mentolado que desprendía el Alfa  ayudó a Sanji a que esa mañana las náuseas no estuvieran presentes y junto con la mano que de manera protectora se posaba sobre su vientre lo hacía sentir seguro.

Una nueva preocupación creció en su mente en ese momento ya que no sabía cómo compartiría la noticia a sus nakamas y como su embarazo cambiaría el rumbo en la tripulación ya que no quería ser un estorbo para que Luffy se convirtiera en el rey de los piratas

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