Capítulo 4.

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Odiaba la actitud de Juno, le había ofrecido todo y ella simplemente me había rechazado... aun seguía molesto con ella, a pesar de que me dije a mi mismo que no volvería a verla, necesitaba sentirla una vez más.

Juno se había convertido en mi peor adicción, no podía dejarla... cada beso suyo me intoxicaba. No lograba entender el porqué, Juno era muy bella pero también  poseía una inocencia que me enloquecía.

Primero me dirigí a su casa para poder espiarla como de costumbre, pero ella no estaba ahí, comencé a preocuparme por ella.  Antes de salir de su hogar, él entro y se sentó en su cama.

Lucian, el hombre lobo estaba sentado en la orilla de la cama de Juno.

¿Cómo había entrado? ¿Con el permiso de quién? Maldito bastardo.

Jamás en la vida me habían agradado los hombres lobos y éste en especial, lo detestaba. Continué observando al lobo, al parecer no tenía intenciones de marcharse ya que se acostó y comenzó a dormitar.

Salí del hogar de Juno, era insoportable tener que ver al pulgoso de su amante allí.

Camine por las calles buscando a Juno y no la encontraba por ningún lado, me le acerque a un niño para preguntarle por ella.

―Disculpa, ¿Has visto a una chica de cabellos negros y ojos celestes?

― ¿Cuál es su nombre?― pregunto el niño.

―Juno Dawson― le respondí.

La madre del niño se acerco y lo tomo de la mano.

― ¿Para qué busca a la puta del Reino?

―Juno no es ninguna puta, señora― le contesto furioso.

―Seguro ha de querer acostarse con ella― dice indignada.

―No lo dude, ella será la madre de mis hijos― le digo antes de marcharme.

No tenía idea de la localización de Juno, comencé a preguntarles a las personas que veía... pero nadie me daba razón de ella. Un niño ciego fue el que me indico en donde estaba Juno.

―Señor― dice un niño estirándome de la manga.

Lo veo y noto que su mirada es diferente a la de las personas normales, es ciego.

― ¿Necesitas algo?

― ¿Usted busca a Juno?

Ahora comprendía, él me hablaba sólo por Juno y no porque necesitara algo.

― ¿La conoces?

―Claro, hoy me dio una manzana.

Sin duda alguna, Juno era un ángel...

 ― ¿Sabes dónde se encuentra?― le pregunte desesperado.

―Fue a recolectar fresas― respondió el pequeño.

Me encamine velozmente hacia el campo, la buscaba pero no la veía por ningún lado. De un momento a otro comencé a escuchar unos gemidos lastimeros, era Juno... era su llanto.

Me guie con el sonido de sus gritos, estaba en el suelo y tenía a un incubo encima de ella...  ese desgraciado la estaba forzando.

No lo pensé, simplemente me le fui a los golpes al incubo. Él muy desgraciado se había atrevido a tocarla, mientras forcejeábamos Juno solo miraba como un conejo asustado.  Desenvaine mi espada, estaba dispuesto a apuñalarlo, pero Juno no me lo permitió.

―No lo mates― me grita para después abrazarme por la espalda.

Él violador aprovecho la distracción para huir, Juno sólo lloraba.

Eres mi perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora