Secretos de Sangre | YiZhan [Mpreg]

★ V E I N T I D Ó S ★

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Pat Ha, la pequeña Xiao Jinmai y los padres de Junkai están en la acera, en el patio de la sala de urgencias. En cuanto la ambulancia que transportaba al muchacho se frena, Sun Li corre desesperada hacia su hijo.

—¿Qué le ha pasado? ¿Está bien? —cuestiona. Nadie le responde y de hecho la apartan del camino. Su esposo llega a ella y la abraza, en un inútil intento por tranquilizarla. Ambos entran detrás de su hijo.

Yibo baja casi al final. El dolor que tenía ya es un simple hormigueo, pero su estado mental está aturdido todavía.

—Yibo... ¿Estás bien? —pregunta Pat Ha, preocupada —¿Qué sucedió?

El castaño explica brevemente lo que pasó en la bodega. Luego llega la segunda ambulancia, en la cual va Wang Ruo.

—Disculpe, señor, tiene que entrar a una revisión —le pide el sanitario a Yibo —sólo por rutina.

Xiao Fan baja de la ambulancia antes de Wang Ruo. Lleva sangre en el rostro a causa de la pelea a golpes con el hombre en camilla. Su familia corre enseguida a verlo.

En ese momento se siente solo. Sin una madre o un abuelo que lo reciba preocupado. El que creyó que era su padre va herido y escoltado por el Grupo Especial. Xiao Zhan no está.

Antes de avanzar hacia el frente, unos pequeños brazos se envuelven en su cintura. Yibo baja la mirada para ver a su pequeña cuñada.

—Que bueno que estás bien, BoGe —dice ella —mi gege me pidió que te diera este abrazo.

Acaricia con timidez la cabellera de Jinmai. Ahora comprende porque para Zhan es tan especial su hermana: es una niña arcoiris en la familia. Sin duda un abrazo suyo es lo más reparador que puede existir en el mundo.

También Xiao Fan le da un golpecito en el hombro y después señala la entrada de urgencias. Jinmai se obliga a separarse de Yibo y se queda junto a su madre afuera.

De Wang Junkai no tienen noticias hasta una hora después, cuando el médico sale con mala cara.

—Debido al estrés que vivió, el cobre en el hígado se derramó a causa de una hepatitis. La sangre, por fortuna, no está infectada. Necesitamos hacerle el trasplante cuánto antes. ¿Tenéis al donador?

Wang Yibo se pone de pie enseguida, diciendo que está listo para hacerlo.

—Excelente. Acompáñeme, señor.

Sigue al médico hasta su consultorio, donde le hace firmar una carta responsiva y también responde varias preguntas acerca de las indicaciones que le habían ordenado previas a su semana en Milán. La única que había desobedecido es la de evitar relaciones sexuales sin protección.

—¿Es su pareja? —pregunta el médico. Yibo responde que sí con la cabeza —bueno...

—Pero ambos estamos completando sanos. No hay de qué preocuparse.

—Una enfermedad venerea podría complicarlo todo —añade el hombre, mirando seriamente a Yibo.

—No hay de qué preocuparse. Lo  juro.

Con un suspiro, el médico firma también la responsiva y da las siguientes indicaciones: Dado que el último alimento, tanto él, como el de Junkai, fueron apenas bajaron del avión, deberán esperar alrededor de cinco o seis horas más para proceder.

—Mientras tanto, le recomiendo que se relaje y contacte a su cuidador. Los siguientes días después de la cirugía estará en cama por completo.

Yibo sale del consultorio, sintiéndose nuevamente solo. Desea tanto tener a su mamá.