18.

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La feroz expresión de Freen hablaba con elocuencia de su indecisión. Su responsabilidad hacia lady Pohn, Song y Becky no debería ser de la incumbencia de lady Nita, pero todo apuntaba a que pondría objeciones a su presencia en su casa. Por lo tanto, Freen decidió que Becky y ella ya no seguirían compartiendo habitación, aunque no estuviera ocurriendo nada entre ellas. 

"La llegada de lady Nita no cambiará nada", aseguró. 

Becky le dirigió una mirada de disgusto, "A menos que tu prometida sea una tonta, dudo mucho que acepte el hecho de que yo esté prisionera en tu dormitorio".

Freen frunció el ceño, "Sí. Eso tendrá que cambiar. He decidido poner fin a tu confinamiento. Pero ten por seguro que te mantendré en constante vigilancia. Eres libre de regresar a tu habitación en la sala de las mujeres, pero no puedes salir del castillo a menos que te acompañe alguno de mis hombres. Si tratas de volver a ponerte en contacto con Kanpiang, buscaré para ti un lugar aislado donde no puedas volver a ver la luz del día, ¿Me he explicado con claridad?"

"Si", le espetó Becky, "¿Puedo irme ya?"

"Enseguida", Freen apartó la vista de ella. "Pero antes, hay algo que deberías saber". 

Becky se la quedó mirando fijamente, "Ya sé que todo el mundo dice que soy tu amante". 

"¿Lo has oído? No lo sabía".

Las mejillas de Becky se sonrojaron, "Es cierto que fui a tu cama por mi propio pie, pero..." la joven estiró los hombros, "eso no significa que me haya convertido en tu amante".

Parecía tan indefensa, tan abrumada por la culpa, que Freen sintió una punzada de compasión, algo poco habitual en ella. ¿Qué le estaba ocurriendo? Era una pecadora demasiado consumada como para cambiar en cuestión de pocas semanas, pero lo cierto era que aquellos sentimientos estaban allí.

Freen se sintió arrastrada hacia Becky, su cuerpo reaccionaba de pronto a su cercanía de un modo que le hacía imposible apartarse de ella. La deseaba, sí, pero sabía que tomarla las llevaría a las dos por el camino del desastre.

Por desgracia, su cuerpo se negaba a seguir las órdenes de su cabeza, y la atrajo hacia sí para abrazarla. Ella se puso tensa en un principio, pero luego se estrechó contra ella. Ese fue todo el estimulo que necesitaba Freen. La apretó con fuerza entre sus brazos.

"Eres una amenaza para mi posición en Misterly, por no mencionar para mi cordura", susurró contra la sedosa suavidad de su cabello. Olía a campo de flores, y la hizo sentirse aturdida por el deseo. Un deseo que sabía que podría traer nefastas repercusiones en el futuro.

Becky murmuró algo contra su hombro que sonó como una protesta. 

"No debería desearte como te deseo", susurró Freen.

"Ni yo a ti", como si se hubiera dado cuenta de lo que acababa de decir, se apartó de ella con el rostro sonrojado por la turbación, "No he querido decir eso". 

"Demasiado tarde para ambas, me temo".

"¡No! Tu prometida viene en camino. Compartirá tu cama y te dará hijos. Yo soy tu enemiga". 

"Yo no soy tu enemiga", enmarcándole el rostro con sus manos, Freen se quedó mirando fijamente sus labios. Luego inclinó la cabeza para saborear su boca en la que pensó que probablemente sería la última vez. Su tenue gemido avivó su necesidad de intensificar la pasión de su beso. La lengua de Freen ahondó en profundidad mientras sus manos la moldeaban, le acariciaban los brazos, las costillas, los senos, memorizando cada curva y cada hendidura de su receptivo cuerpo. 

El sabor del deseo | Freenbecky G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora