31.

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Freen estaba sufriendo un gran dolor, pero eso no le había impedido hacerle el amor a Becky. Y tampoco iba a impedir que se montara en su caballo y fuera tras Kanpiang. Abrazó a Becky hasta que la sintió dormida, entonces se apartó de ella y se levantó con rigidez de la cama. La música y las risas del patio llegaron hasta ella a través de la ventana abierta, pero no tenía intención de unirse a la celebración.

Becky dormía plácidamente cuando Freen se puso la ropa y cogió su espada y la pistola. La puerta hizo un único sonido de protesta cuando la abrió para salir al pasillo. Una oleada de debilidad se apoderó de ella, y se detuvo un instante al otro lado de la puerta, apoyándose en la pared. Cuando dejó de darle vueltas la cabeza, descendió por la escalera.

Concentrándose en poner un pie detrás del otro, Freen consiguió llegar al final, pero el esfuerzo la había dejado sin fuerzas. Le temblaban las piernas, tenía la visión borrosa y el sudor le llenaba la frente. Secándose la transpiración con el dorso de la mano, Freen salió tambaleándose al pasillo. Las rodillas le fallaron de pronto, y se agarró al extremo de la mesa para sujetarse.

"¡Freen!"

Becky irrumpió en el pasillo con expresión feroz, "¿Dónde crees que vas?"

"Voy tras Kanpiang".

"¡No! Mírate", le tocó la frente, "Tienes fiebre. No puedes subirte al caballo en estas condiciones".

Una sonrisa se le dibujó en los labios, "Te he montado a ti, ¿No es verdad?"

"Y probablemente no tendrías que haberlo hecho. Vuelve a la cama Freen. Le pediré a Nana algo para bajarte la fiebre".

"No me trates como a una niña Becky", su expresión se endureció, "Kanpiang ha intentado matarte. Voy a darle caza como el perro cobarde que es".

De pronto había dos Becky delante de ella, y las dos con el gesto torcido. Freen cerró los ojos y volvió a abrirlos. Las dos formas se fundieron en una sola. Freen sacudió la cabeza, se negaba a aceptar su debilidad, ¿Cómo podía una herida tan insignificante causar tantos problemas? Por mucho que quisiera darle caza a Kanpiang, se dio cuenta de que aquella noche no iba a ir a ninguna parte.

Ignorando su débil protesta Becky le pasó el brazo por la cintura y la llevó de vuelta a las escaleras.

"Maldito sea Kanpiang", murmuró Freen, "Espero que Noey dé con él".

"Nadie encontrará a Non si él no quiere que lo encuentren", respondió Becky con convicción. "Conoce las montañas como la palma de su mano. Vivirá en la clandestinidad. Lo ha hecho en muchas ocasiones en el pasado".

"¡Maldita sea! Me siento un inútil".

Becky la ayudó a subir la escalera y entró con ella en su dormitorio. La acomodó en la cama, "Descansa mientras voy a pedirle a Nana algo para bajarte la fiebre".

Freen se recostó sobre la almohada, furiosa consigo misma por haber invitado a Kanpiang a su boda. Creyó que esa invitación serviría para poner fin a las hostilidades entre ellos, pero debería haber sido más lista. Los escoceses eran obstinados de nacimiento. Freen se daba cuenta ahora de que Kanpiang nunca le perdonaría haberle robado la novia y haberse apoderado de Misterly.

Becky regresó con una poción de sabor repugnante que Nana había preparado para ella. Freen torció el gesto pero obedeció cuando ella le acercó la taza a los labios e insistió en que se lo bebiera todo. 

Freen se lo tomó de un trago y le dieron arcadas, "¿Estás intentando envenenarme?", jadeó, apartando de si la taza vacía.

"No seas tan insoportable Freen. Duérmete. Tal vez a Non se le acabe la buena suerte y Lady Noey logre capturarlo"

El sabor del deseo | Freenbecky G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora