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"Ya estamos casi al final del túnel", aseguró Dermot. "Lady Noey y los demás están prisioneros en el almacén que hay al lado de la armería".

"Conozco esa estancia", respondió Freen. "Es un cuarto grande y sin ventanas que el anterior señor de Misterly utilizaba como cárcel provisional. Si no recuerdo mal, tiene una barra de madera que se coloca en su sitio desde fuera, ¿Está vigilada la estancia?"

"Sí, pero lord Aon apenas la utilizaba. Hay un guardia, pero seguramente estará dormido. Ya hemos llegado, mi señora", susurró Dermot mientras apagaba el farol y abría la puerta. 

Freen entró detrás de Dermot y miró hacía el salón. No vio más que las llamas bailando en la chimenea y una estancia vacía envuelta en sombras. Salió del túnel, pero permaneció escondida bajo las escaleras hasta que Dermot se unió a ella.

"Espera aquí a Jem y a los demás", le ordenó Freen. "Voy a liberar a Noey y al resto de mis hombres. No tardaré mucho".

Freen cruzó sigilosamente el salón en dirección a las estrechas escaleras que daban a la armería. Pegándose contra la pared, descendió lentamente los escalones. Cuando llegó al final, miró doblando la esquina hacia la habitación que se utilizaba para almacenar el armamento antiguo y las armas más modernas que utilizaban los guardias de la fortaleza. Un farol colgado del techo revelaba la figura de un hombre tumbado sobre un banco, al parecer profundamente dormido. Moviéndose sigilosamente, Freen lo dejó inconsciente con un golpe certero en la cabeza propinado con la culata de su pistola.

Luego dirigió su atención al almacén en el que estaban confinados sus hombres. Sólo tardó un instante en levantar la barra y abrir la puerta de par en par. 

"Son libres. Salgan", exclamó Freen.

Noey salió, entrecerrando los ojos ante el repentino resplandor de luz.

"¿Eres tú Freen? Por todos los diablos, eres la última persona que esperaba ver, ¿Cómo has entrado en el castillo?"

Un gran número de hombres salió del almacén.

"Te lo explicaré más tarde, ¿Se encuentra todo el mundo bien?"

"Más o menos", reconoció Noey. "Que bueno has aparecido ahora. Estamos listos y preparados para recuperar el castillo".

"Primero tienen que armarse", dijo Freen mientras ella misma escogía una espada, "Escojan sus armas en la armería y háganlo en silencio, o despertaremos a los Kanpiang de su sueño".

Un hombre arrastró al inmóvil guardia hasta el almacén y cerró la puerta asegurándola mientras los demás escogían las armas que más les convenían. 

"Estamos preparados", dijo Noey. 

Sir Brody se colocó al lado de Freen, "Estoy preocupado por lady Pohn y por Song. Podrían correr peligro".

"Ya no están en el castillo", respondió Freen, "Becky las llevó a un lugar seguro".

"¿Ha estado aquí?", preguntó Noey. "No tenía ni idea, ¿Y qué hay de Irin? ¿Ha escapado con Becky y con las demás?"

"No he visto a Irin. No estaba con Becky".

Freen llegó a lo alto de las escaleras y guió a sus hombres a través del salón vacío. Dermot surgió de entre las sombras. Entonces, Jem y los hombres que habían seguido a Freen a través del túnel hicieron su aparición.

"Has tenido éxito", se alegró Dermot, "Espero que tus hombres estén bien". 

"Sí. Ya les he puesto al corriente. Acérquense todos para recibir órdenes. Jem, sube dos hombres a las torres y desarmen a los guardias. No los maten a menos que sea absolutamente necesario". 

El sabor del deseo | Freenbecky G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora