capitulo 5

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Después de ayudar a Adana a bajar del coche, la conduje a mi casa. Al entrar, la llevé a mi habitación para que pudiera cambiarse. Su ropa estaba empapada de agua salada y cubierta de arena, así que decidí buscar algo seco y limpio en mi armario para ella.

Rebusqué entre mis prendas y seleccioné una playera negra, unos boxers blancos y un pantalón gris que parecían ser de su talla. Con las prendas en mano, regresé a la habitación y se las entregué, esperando que fueran de su agrado.

—Espero que te sirvan. El baño está por allí —indiqué señalando la dirección—. Puedes ducharte para quitarte el frío y la sal de tu cuerpo. Te dejaré sola y puedes ponerle seguro a las dos puertas.

Antes de retirarme, Adana tomó mi mano, lo que provocó una extraña sensación en mi interior. Una especie de corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, dejándome ligeramente tenso. No había sentido algo así en mucho tiempo, y mucho menos pensé que volvería a experimentarlo.

—¿Y tú? ¿Dónde te vas a cambiar? Estás mojado por... mi culpa —preguntó tímidamente.

Sus palabras me hicieron sonreír, pero por dentro, una serie de emociones encontradas se agitaban en mi interior.

Le sonrío con complicidad, intentando aligerar el ambiente tenso.

—No te preocupes, tengo un baño en mi habitación, así que estaré bien. Además, no sería la primera vez que me mojo sin querer — bromeo, tratando de hacerla reír.

Ella sonríe tímidamente ante mi intento de humor, y eso me anima a seguir.

—Además, no me gusta compartir la ducha. ¡Soy muy territorial con mis espacios de baño! —añado con una sonrisa traviesa, esperando que esola haga reír un poco más.

Adana suelta una risita, y eso me llena de satisfacción. Parece que mi intento de aligerar el ambiente ha tenido éxito.

—Entonces, creo que estamos cubiertos —continúo—. Ve y tómate tu tiempo en la ducha. Yo estaré aquí, asegurándome de que no falte nada para cuando salgas.

Ella asiente con una expresión de gratitud, y me retiro de la habitación, dejándola a solas para que pueda ducharse y cambiarse. Mientras tanto, aprovecho para preparar algo caliente para beber, sabiendo que después de su baño, apreciará un poco de calor y confort.

Después de preparar el café con esmero, dejo que repose mientras me encamino hacia el baño de invitados para darme una ducha reparadora. El vapor caliente del agua envuelve mi cuerpo, disipando cualquier tensión acumulada. Cierro los ojos y permito que mis pensamientos vaguen, dejando que el sonido del agua golpeando contra la baldosa sea mi única compañía.

Al salir de la ducha y darme cuenta de que no tengo ropa limpia a mano, me envuelvo en una toalla, sintiendo su suavidad contra mi piel. Mis tatuajes y cicatrices quedan expuestos, y aunque esta vez no me incomoda mostrarlos, no puedo evitar sentir una punzada de tristeza al recordar cómo cada marca tiene su propia historia dolorosa.

Caminando por el pasillo, siento la ligera brisa que se cuela por las ventanas abiertas, acariciando mi piel húmeda. Me detengo frente al espejo y observo la cicatriz en mi abdomen, oculta en parte por un tatuaje en forma de árbol. Las ramas secas y las pocas hojas que aún quedan en él, me recuerdan a las personas más importantes en mi vida: mi madre, mi hermana y ella.

Ella... Aún puedo ver sus ojos cafés mientras cierro los míos, como si estuvieran grabados en mi mente para siempre. Su cabello castaño oscuro caía en cascada por su espalda, y sus mejillas se tornaban rojas cuando se enojaba o se sonrojaba por algo. Su presencia era impresionante, como si estuviera destinada a iluminar cualquier lugar en el que estuviera presente.

Sus ojos reflejaban una profundidad que me atrapaba cada vez que los miraba, y su sonrisa tenía el poder de hacer que el mundo entero se iluminara. Cada recuerdo de ella es como un puñal en mi corazón, recordándome lo que perdí y lo que ya no volverá.

Aunque han pasado cinco años desde entonces, el dolor sigue fresco en mi memoria, como si fuera ayer cuando la perdí. Pero a pesar de todo, cada vez que pienso en ella, siento una mezcla de tristeza y gratitud por haber sido parte de mi vida, incluso si fue por un tiempo demasiado breve.

Adana salió del cuarto con mi camisa, que le quedaba un poco grande, pero no parecía importarle. Sus mejillas estaban teñidas de un suave rubor, haciendo resaltar aún más su belleza natural. El cabello castaño caía en cascada por sus hombros, enmarcando delicadamente su rostro. En ese momento, supe que no podía dejarla alejarse.

Sé que no estoy en mi mejor momento, que llevo el peso de un pasado doloroso sobre mis hombros, pero al verla frente a mí, no puedo evitar verlo como una segunda oportunidad, una nueva vida que no estoy dispuesto a dejar escapar. Tal vez sea un pensamiento irracional, una esperanza ingenua, pero estoy decidido a aferrarme a ella con todas mis fuerzas.

Ella se ruborizó aún más al verme, lo cual provocó una sonrisa en mi rostro.

—No llevas ropa —mencionó con timidez.

—No saqué antes de salir del cuarto —me fui acercando a ella mientras retrocedía, lo que causó que soltara una risita nerviosa.

—No... ¿No tienes frío? —dijo una vez que su cuerpo tocó la pared.

—Frío es lo último que tengo —respondí mientras rodaba sus labios con los míos, dejando que el calor del momento nos envolviera.

Ella jadeó cuando la tomé de la cintura y la pegue a mi pelvis.

—si quieres que paré, detenme— susurré mientras rozaba mis boca con su oreja, provocando jadeos en ella, sintiendo su piel erizarse bajo mi tacto.

—yo.. yo no quiero eso— dijo con su voz temblorosa dejando ver claro su deseo.

Y la besé, sus labios se sintieron tán familiares bajo los míos...... Ese calor que  te  hincha el pecho, su respiración , su calor  incluso su aroma... Todo de ella me gritaba familiaridad. Y eso me asustaba.

El Palacio De Las Mariposas Y El Eden De Las Espinas.       Donde viven las historias. Descúbrelo ahora