capitulo 7

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Desperté con la urgencia de ir al baño, pero al intentar levantarme, me di cuenta de que algo me lo impedía. Con pesadez, abrí los ojos y vi a Leviatán encima de mí, solo cubierto de la cintura para abajo, dejando al descubierto su espalda marcada por tatuajes y cicatrices.

Una sensación de paz me invadió al acariciar su cabello. Por un instante, me sentí completa.Con cuidado, me moví hasta lograr apartarlo de mí y me levanté de la cama. Caminé hacia el baño y, al regresar, lo vi a Levi aún dormido, tal como lo había dejado, solo con una sábana cubriendo sus glúteos.

La imagen era hermosa, una de mis favoritas sin duda.Decidí tomar una de sus camisas del clóset y me la puse. La euforia del momento había pasado, y ahora temía que Levi notara mis pequeñas estrías.

Salí de la habitación y mis ojos fueron inevitablemente atraídos por la ventana. El espectáculo que se desplegaba ante mis ojos era sublime: el cielo adquiría gradualmente tonalidades doradas y naranjas, mientras el sol ascendía majestuosamente en el horizonte. Las nubes, pintadas con pinceladas de rosa y violeta, parecían bailar en la atmósfera, creando un lienzo celestial digno de admiración.

Inspirada por la belleza del amanecer, abrí la ventana y me adentré en el balcón. El aire fresco de la mañana acariciaba mi rostro, mientras me apoyaba en el barandal de hierro forjado, cuyo color negro contrastaba con la explosión de colores en el cielo. La suave brisa me envolvía, trayendo consigo el aroma de la tierra húmeda y las flores que despertaban ante la llegada del nuevo día.

Absorta en la contemplación del paisaje, me sorprendí al sentir unas manos cálidas en mi cintura. Me estremecí levemente al percibir su contacto, y entonces me jalaron suavemente hacia atrás, pegándome a él. Era como si el amanecer mismo nos envolviera en su magia, creando un momento único e irrepetible entre nosotros.

—Sabías que te ves hermosa mirando el amanecer —susurró, su voz cargada de sinceridad y admiración, haciéndome estremecer — pero más en mi cama.. con mis sábanas

—Oh, ¿Enserio? —respondí con una sonrisa juguetona, girándome hacia él mientras el sol pintaba el cielo con tonos cálidos y dorados.

—Si, incluso sin ella, prefiero que estés sin ella para ser honesto—dijo con un tono de lujuria, acercándose lentamente, sus ojos verdes brillando con complicidad.

—¿Oh, de verdad ? —pregunté con una ceja alzada, fingiendo sorpresa mientras sentía el calor de su cercanía.

—Claro, y te lo demostraría llevándote de vuelta a la cama —susurró con una sonrisa traviesa, envolviéndome en su mirada intensa.

—Mmm, suena tentador, pero creo que tengo hambre —bromeé, disfrutando de nuestro juego de seducción matutino.

—Entonces  hagamos un trató: satisfacemos el hambre primero y luego nos dedicamos a otras necesidades más... Interesantes— propuso con una sonrisa pícara , haciéndome reír.

—De acuerdo, pero  asegúrate de que el desayuno este tan caliente como tú— respondí con una mirada sugerente , sintiendo la anticipación palpable entré nosotros.

—prometo, que no te decepcionaré — dijo con un guiño,antes de tomar miano y llevarme de regreso a la habitación.

Después de desayunar, me vestí con una de las playeras negras de él y mis jeans, que afortunadamente estaban algo limpios y no mojados. Sentir su camiseta sobre mi piel era reconfortante, como si su presencia aún estuviera cerca. Mientras me arreglaba, cada tela que tocaba me recordaba a él, y un torbellino de emociones me invadía.

Él estaba en su cuarto, terminando de arreglarse, así que aproveché el momento para encender mi móvil y revisar las llamadas y mensajes que había recibido. Al ver la pantalla, me encontré con veinte llamadas perdidas de mis hermanos y padres, junto con incontables mensajes de Alek. Cada nombre iluminado en la pantalla era como un recordatorio de mi vida pasada, y el nombre de Alek era el más destacado entre todos.

El Palacio De Las Mariposas Y El Eden De Las Espinas.       Donde viven las historias. Descúbrelo ahora