el protector

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Lisandro...

Me encontraba en la cocina, sirviendo las bebidas para la cena de Año Nuevo. El ambiente festivo contrastaba con los pensamientos que me rondaban la cabeza. No podía dejar de preocuparme por Ada.

Sabía cuánto había estado sufriendo, y aunque intentaba mostrarme fuerte para ella, cada vez que veía su tristeza, sentía una impotencia que me corroía por dentro.

Ada siempre había sido la más sensible de nosotros. Incluso antes de la muerte de mamá, ella destacaba por su empatía y su corazón generoso. Mamá la llamaba su pequeña luz, y era fácil entender por qué. Ada tenía una manera de hacer que todos se sintieran vistos y queridos.

Después de la muerte de mamá, esa luz se había atenuado, y no importaba cuánto intentara, no podía evitar sentir que había fallado en protegerla.Recuerdo cómo se encerró en su habitación después de su partida, negándose a hablar con alguien. Pasaba horas dibujando en una pizarra, comunicándose a través de simples palabras y dibujos en lugar de usar su voz.

Era como si su mundo se hubiera vuelto tan oscuro que las palabras ya no tenían sentido para ella. Papá se refugió en el trabajo, tratando de mantenerse ocupado para no sentir, ni pensar en la muerte de su amor.

Eso nos dejó a cargo de nuestra nana, quien hacía lo mejor que podía para sacarnos a los dos de la tristeza que había pintado su partida, pero yo sabía que la responsabilidad de cuidar a Ada recaía en mí.Con el tiempo, ella comenzó a salir de su caparazón, pero nunca volvió a ser la misma.

Aprendió a ocultar su dolor detrás de una fachada de fortaleza, una habilidad que desarrolló con una rapidez preocupantemente alarmante para alguien tan joven, porque vamos que solo era una niña de 6 años .

Yo, por otro lado, traté de ser el hermano mayor y protector que ella necesitaba, aunque por dentro también estaba destrozado. Lloraba en mi habitación, para no preocuparla , sabía que no podía verme débil frente a ella . cuando en realidad todo lo que quería era llorar por mi madre.

Ver a Ada bajar las escaleras esa noche, luciendo hermosa en el vestido de mamá, me llenó de orgullo y tristeza. Mamá estaría tan orgullosa de ella, pensé. Pero también sabía que el vestido simbolizaba mucho más que una simple prenda. Era un recordatorio constante de la pérdida y del vacío que mamá había dejado. Me preguntaba si Ada también lo sentía así, si cada vez que se miraba en el espejo, veía el reflejo de nuestra madre.

Mientras preparaba las bebidas, mi mente seguía trabajando en cómo podía ayudarla a sanar. Sabía que no podía quitarle el dolor, pero quería ser su apoyo, su refugio. Ada siempre había sido mi prioridad, y no dejaría que esta vez fuera diferente.

Vi cómo trataba de sonreír y unirse a la celebración, pero sus ojos, siempre tan expresivos, reflejaban la tristeza profunda que llevaba dentro. Era difícil verla así, sabiendo cuánto dolor estaba cargando.Finalmente, tomé una bandeja con copas de champán y me dirigí hacia la sala donde todos se reunían. El bullicio de la familia llenaba la casa, creando un contraste con la quietud que sentía en mi interior.

Mis primos pequeños corrían a mi alrededor, sus risas eran un recordatorio de la inocencia y la alegría que aún existía en el mundo. Mis tías charlaban animadamente, compartiendo recuerdos y risas, pero mi atención seguía centrada en Ada.

Tomé mi copa de vino y me dirigí hacia donde estaban mis hermanos, uniéndome a su círculo mientras observábamos a nuestra tía Laiza hablar con Ada.

-¿Sabes qué le pasa? No nos deja acercarnos- fue lo primero que dijo Amón.

-Si no quiere que nos acerquemos, es porque aún no se entiende a sí misma y necesita hacerlo antes de poder estar cerca de otros- respondió Demian, tomando un trago de whisky mientras observaba a nuestra hermana.

-Estamos muy preocupados por ella. Solo hace falta ver su mirada para saber que algo no está bien- agregó Abel con tono preocupado.

-Está intentándolo, Abel. Pero incluso si la presionamos, no nos lo dirá. Esto es su infierno- intervine, observando cómo tía Laiza abrazaba a Ada, siendo una figura maternal cercana para ella.

-Podemos hacer que este infierno sea nuestro también- propuso Amón.

-Sí, pero no ahora. Ada necesita tiempo para entender lo que aún le cuesta ver- dijo Demian con seriedad.

-Tú lo sabes, ¿verdad? Sabes por qué está así y quién lo causó- atacó Abel.

-No soy yo quien debe decirlo. Ella no me lo ha dicho directamente, pero no soy estúpido. Solo hace falta prestar atención para comprenderlo todo, Abel- respondió Demian con firmeza.

Era verdad, entre los cuatro, Demian siempre fue el más analítico. Si algo pasaba en casa, él lo sabría primero.

-Bueno, ¿y qué? ¿La dejamos hundirse?- exclamó Amón frustrado.

-No, idiota. Antes de que eso pase, la jalaremos hacia nosotros- dije con claridad.

-Todavía no es tiempo. Ella no está bien y podría tomarlo a mal. Haremos lo que hemos hecho hasta ahora: esperar en las sombras- concluyó Demian mientras exhalaba el humo de su cigarrillo.

-¿Cuánto más vamos a esperar en las sombras? Nos la están robando, Demian, por Dios- bramó Abel con angustia.

-¿Quién nos la está robando, imbécil?- repliqué con coraje.

-El imbécil de Alekseev, por ejemplo- afirmó Amón con desdén.

-Si no te has dado cuenta, él no está aquí. De hecho, hace siete meses que no está en su vida, idiota-dijo Demian con serenidad.

-¿Qué importa si está o no? Ella sigue enamorada de él, incluso cuando lo único que tenemos aquí es su fantasma- expresó Abel con pesar.

-Pero no puede vivir de fantasmas, ¿verdad, Abel? Ella debe entender su partida. Su ausencia hará que deje de amarlo. Lo que ella cree que es amor se volverá un recuerdo lejano- respondí con firmeza.

-Cuando lo suelte, la dejaremos libre por un tiempo. Después, la haremos nuestra. Hasta entonces, estaremos en las sombras- concluyó Demian con determinación.

El Palacio De Las Mariposas Y El Eden De Las Espinas.       Donde viven las historias. Descúbrelo ahora