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Primavera y nuevos comienzos

Capítulo 10

Los nuevos comienzos pueden ser desafiantes. Incluso si pasas por eso frecuentemente. El nerviosismo ante la intriga es inevitable, ¿qué se puede hacer con la duda de ese futuro que te depara?

Mucho se ha hablado del inicio del ciclo escolar. Cada año trae distintas experiencias. Algunas buenas y algunas terribles. Pero siempre se deben tener pensamientos positivos. Los más nerviosos son los niños y adolescentes. Enfrentarse a la presión escolar y las relaciones sociales es algo fácil para algunos, pero para otros es complicado.

Poco se menciona sobre la familia de los estudiantes y los profesores. Ellos también suelen sentirse nerviosos por la incertidumbre de lo que se enfrentarán. Y en este caso, se puede ver a un maestro que está a punto de iniciar un nuevo ciclo escolar. Tiene varios años de experiencia y ha dado clases a todos los grados de primaria, pero siempre se ha sentido más presionado al dar clases a los niños de primer año.

Los retos de ser el primer profesor en la vida de los niños son enormes. Este profesor no es la persona más dulce del mundo, su personalidad es tan seria que suele malinterpretarse. Ese sería su principal problema. Había escapado tanto tiempo de volver a dar clases a los niños de primer año pero ya no podía hacerlo. En este ciclo escolar fue requerido y no podía oponerse.

Lo único que podía hacer es dar la mejor sonrisa y rezar para que todo salga bien. Que los niños sean fáciles de tratar.

Este hombre de cuarenta y seis años estaba entrando a la sala de reuniones en la primaria donde trabajaba. Ahí estaban los padres de familia esperando junto a los niños. Ellos estaban sentados en las sillas mientras los padres se encontraban alrededor. Vio pocos segundos a la gente porque se encaminó hacia donde sus colegas de trabajo estaban parados. Lo único que faltaba era la directora.

Según escuchó de una maestra, aquí estaban 90 niños. Así que calculó que cada salón iba a tener 18 alumnos.

Su nerviosismo no era notorio. Su semblante serio evitaba reflejar algún sentimiento. Dentro de él, su preocupación pasó de un lado a otro. Ahora mismo pensaba en su hijo. Un estudiante universitario que también iniciaba clases hoy. Ya cursaba su segundo año pero aún así le preocupaba cómo sería este semestre para él. Aunque es excelente en lo que hace, deseaba que no se estuviera estresando como el año pasado.

Por otro lado, entre los padres de familia estaba Park Sunghoon. Llamaba la atención al ser el único chico joven entre los adultos. Pero su atención estaba más concentrada en sus hermanos. A los niños los sentaron en un lugar lejano a él. Y la impaciencia le hacía no despegar la vista de ellos. Yeoreum y Serim se veían contentos. Mirando a su alrededor y conversando entre ellos para matar el tiempo.

Aunque Sunghoon había prometido que llegaría a ese puesto de comida desde temprano, se le olvidó que debía asistir a la pequeña ceremonia. Así que nuevamente tuvo que hablar con la dueña para que le permitiera llegar un poco tarde. Sin embargo, no estaba seguro qué tanto le iba a tomar. Empezaba a desesperarse al saber que la ceremonia sí llevaría tiempo porque se enteró que unos alumnos harán una presentación de baile.

Y mientras esperaba a que la directora se dignara a hacer acto de presencia, se dispuso a ver a los profesores. Ahí estaban cuatro maestras y un maestro. Por la cara inexpresiva del hombre, supuso que sería un maestro con nada de empatía, ni paciencia, que probablemente esté de mal humor. Pero bueno, esas eran sus suposiciones. De todos modos no le gustaría que ese fuera el docente de sus hermanos.

La directora por fin llegó. Los maestros al notar su llegada dieron una reverencia al igual que algunos padres de familia. Incluso, saludaron a la mujer de avanzada edad.