quince

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—¿Por qué Chanhee no ha venido a la escuela? —preguntó Hyunjun al sentarse en su pupitre, al lado de Sunwoo.

El moreno suspiró. Seguía preocupado, ni siquiera había podido dormir más de dos horas.

—No lo sé y me preocupa eso.

—Creo que deberíamos ir a su casa...

—Chanhee dijo que no podíamos ir sin avisar.

—Ha pasado una semana, esto debería ser una excepción. ¿Y si le pasó algo malo?

Sunwoo miró a Hyunjun y este se encogió en su sitio. —¡Perdón, estoy preocupado también! Su ausencia es notoria.

Sunwoo estaba de acuerdo con su amigo. La ausencia de Chanhee era muy notoria, todos sus amigos se dieron cuenta. Incluso Changmin fue a Sunwoo para saber del rubio. Incluso si Chanhee no era muy hablador, su presencia confortaba a todos. De hecho, siempre escuchaba a los demás, los consolaba, se reía de las locuras que ellos hacían. Cuidaba de todos. Era obvio que su ausencia iba a preocupar a todos.

Sunwoo tamborileó la mesa con su lápiz. No sabía qué hacer.

Estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se había dado cuenta que el timbre de la escuela había sonado indicando el final de la clase y el comienzo de la hora del almuerzo. No hasta que Hyunjun lo sacudió.

Ambos salieron de su clase para dirigirse a su lugar de encuentro, el salón de música.

—Tengo que comprar mi almuerzo, olvidé traer el mío —dijo Hyunjun a su mejor amigo—. Nos vemos en el salón de música, no tardaré.

Sunwoo asintió y siguió su camino. Normalmente Hyunjun, Chanhee y Sunwoo eran los primeros en llegar ya que no solían ir a la cafetería de la escuela a comprar como el resto de sus amigos.

Cuando llegó al salón esperó verlo vacío, pero en cambio lo vio a él.

Ahí estaba, tan precioso como siempre. Tan angelical y delicado.

Leyendo literatura francesa, en el suelo. Justo como el día que se conocieron oficialmente.

Por un momento su corazón se llenó de calidez y felicidad, lo había extrañado dolorosamente. Quería ir y abrazarlo, hasta que se dio cuenta.

Chanhee tenía una herida en el labio y su cuerpo estaba mucho más delgado que antes. Pareciera que hubiese perdido una cantidad de peso considerable en tan poco tiempo. Usaba su uniforme deportivo, así que podían verse sus piernas llenas de moretones.

Sunwoo había investigado sobre ello. Algunas personas con el trastorno de Chanhee eran más propensas a tener moratones debido a la debilidad de los huesos, lo que provocaba muchas caídas y golpes.

Chanhee se veía deplorable, tenía ojeras, como si no hubiese dormido nada en toda la semana, sus brazos estaban cubiertos por unos guantes negros sin dedos, se veía frágil y agotado.

Sunwoo no dudó en correr hacia él y abrazarlo.

—¿Qué ocurrió? —cuestionó suavemente Sunwoo, respirando en el cuello del chico de cabellos dorados.

Chanhee se rompió ahí mismo. Lloró. Lloró como no pudo hacerlo en toda esa semana. Lloró como un bebé sin su madre. Lloró como si le fuera la vida en ello. Y eso le dolió a Sunwoo. Su llanto pedía ayuda a gritos.

Chanhee se aferró al cuello de Sunwoo con fuerza. No quería soltarlo, había pasado la peor semana en meses y la presencia del moreno le daba seguridad y calma.

—Está bien, Nyu. Ya pasó, estoy aquí —susurró el moreno acariciando los cabellos dorados del contrario—. Estás a salvo conmigo, no voy a soltarte nunca.

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⏰ Última actualización: Jun 04, 2023 ⏰

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