Capítulo 1

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Clarke

Martes, eso es lo que decía mi ropa interior, aunque fuera viernes. Justo en mi trasero, en letras grandes y audaces. Hace unos meses, cuando la aerolínea perdió mi equipaje durante mi viaje a Florida para visitar a mi madre, recogí un paquete de ropa interior barata en Target. Por supuesto, en el momento no tenía ni idea de que hubiera algo impreso en ellos. Y no iba a tirar siete pares de ropa interior perfectamente buenos cuando finalmente me di cuenta. Además, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que alguien vio mi ropa interior de todos modos? ¿Dos años?

La Enfermera regresó a la sala de tratamiento para tomar mi historia. —¿Por qué no toma asiento, señora Griffin?

—Ummm. No puedo.

—Oh, lo siento. —Sonrió.

—Está bien.

—¿Sabe cuándo fue la última vez que le colocaron una vacuna contra el tétanos?

—Soy Enfermera en el Hospital Memorial, así que me las colocan regularmente. El año pasado, tal vez.

—Bueno. Eso es bueno. ¿Qué tal el embarazo? ¿Alguna posibilidad de que estés embarazada?

—No hay ninguna oportunidad en el infierno.

Incluso la Enfermera de sesenta años me miró con simpatía.

—¿Época de sequía, eh?

—Podrías decir eso.

—Bueno, lo siento por eso cariño, La Dra. Woods vendrá a verte en un momento.

—¿Dra. Woods?

—Es nuestra residente.

Estupendo. Al menos la persona que vería mi trasero después de años no era hombre. —La Enfermera se paró y cerró el expediente que empezó para mí. —No te preocupes, cariño. Estás en buenas manos.

Unos minutos más tarde, trataba de ignorar el dolor y distraerme desplazándome por mi teléfono mientras esperaba a la residente de servicio, cuando la puerta se abrió.

Me di la vuelta y me quedé helada.

¿En serio? Esta no podía ser la doctora. Definitivamente no teníamos ningún médico que se pareciera a esto en el Memorial. Por Dios, ni siquiera soy bisexual y está chica me tiene hipnotizada.

—Entonces, he oído que quieres mostrarme tu culo, ¿y ni siquiera voy a tener que comprarte una cena primero?

¿Mi culo? ¿Qué es esto? y yo que estaba tranquila por el hecho de que fuera mujer. Por supuesto, la joven y caliente doctora tenía una voz ronca, sexy, además de un acento igualmente caliente, también. ¿Era... británica? Apreté la bata que llevaba aún más. —Por favor dime que esto es una broma. No eres la doctora. ¿Cuántos años tienes? ¿Veintidós?

No parecía ni un poco ofendida por mi comentario. En cambio, se apoyó contra el escritorio y cruzó los brazos sobre su pecho. —Veintinueve. ¿Te gustaría ver mi licencia de conducir? —Entonces... sonrió. Oh, Dios. Perfectos dientes blanco perlado, también parejos. La mujer era francamente hermosa, alta, probablemente de por lo menos un metro setenta y cinco, brazos delgados pero definidos, ojos verdes brillantes, nariz recta, cejas castañas gruesas pero bien cuidadas y cabello castaño a juego con sus cejas que parecía como si acabara de tener sexo. Jesús... la doctora tenía el cabello de jódeme. No podría mostrarle mi trasero.

—Necesito un nuevo doctor.

Bajó la vista hacia mi carta. No puedo, señora G. Son las tres en punto. Llegaste justo al cambio de turno, así que soy yo o el conserje con un par de alicates oxidados y viejos, él podría ayudarte. Vamos. No sea tímida. Vamos a echar un vistazo, ¿vale? —.

Need you (Clexa AU Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora