Capítulo 14

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Clarke


Pasé las últimas ocho horas debatiendo lo que iba a hacer. Sabía sin sombra de duda que Lexa no bromeaba cuando escribió esa nota. Había leído mi carta y decidió que, puesto que rechacé unirme a ella, al menos me daría el P.D. que solicité. Eran las diez y cincuenta y cinco, cinco minutos para la hora del espectáculo.

No podía creer que incluso estuviera considerando ir a verla. Ni siquiera había visto a Bellamy masturbarse. Pero la idea de llegar a ser testigo de Lexa dándose placer, vivirlo en carne propia era demasiado erótico para no considerarlo muy seriamente. ¿Tal vez pueda echar un vistazo, y ella ni siquiera lo sabría?

Sorprendentemente, incluso para mí, a las diez y cincuenta y nueve salí de mi habitación. Escuché en la puerta de Aden para asegurarme de que durmiera y luego me dirigí a la cocina. Abrí la nevera, miré a mí alrededor y luego fingí que había estado buscando una botella de agua. ¿A quién trataba incluso de engañar? La puerta que daba al garaje se encontraba abierta, y pude ver la luz que fluía por el pasillo desde dónde se iluminaba la habitación de Lexa.

Mi corazón martillaba dentro de la pared de mi pecho mientras la puerta crujía al abrirla y entré en el pasillo. Probablemente me hallaba a sólo tres metros de la habitación de Lexa. Entrando en pánico, me di cuenta de que podría estar lanzando una sombra que ella podría ver, así que apoyé mi espalda contra la pared en un movimiento furtivo para ocultar que estaba allí. La sangre me susurraba en los oídos por el acelerado latido de mi corazón, lo que hacía difícil oírla. Contuve el aliento para escuchar los sonidos de vida que provenían de la habitación de Lexa y luego me moví a lo largo de la pared para acercarme.

El sonido de respiraciones profundas y pesadas me hizo congelar. Oh, Dios mío.

Lexa estaba haciendo esto.

Sólo un par de metros me separaban de ver a Lexa masturbándose.

Y quería que la observara.

Me invitó a venir.

Su jadeo se hacía cada vez más fuerte y me hacía perder la cabeza. Lo cual explicaría cómo reuniría el coraje para acercarme... sin duda perdí la cabeza.

Justo como Lexa dijo en su nota, la puerta fue dejaba un poco abierta, suficiente para que mirara a través de ella. Así que lo hice. Haciendo caso omiso de todas las campanas de advertencia que sonaban en mi cabeza de que esto no era una buena idea, fui de puntillas a su puerta y eché un vistazo dentro.

Mis rodillas casi se doblaron al verla. Lexa estaba completamente desnuda, recostada en su cama. Su mano derecha se envolvía alrededor de su polla ridículamente gruesa, y ella se acariciaba lentamente hacia arriba y hacia abajo.

Jesús.

Pensé que podría venirme antes que ella. Gracias a Dios el miedo me congeló en el lugar, o podría haber hecho algo más loco como caminar y subirme encima suyo. El impulso de hacerlo era más fuerte que cualquier urgencia que tuve en toda mi vida. Quería montarla más de lo que quería dar mi siguiente aliento. Y esto provenía de una mujer que siempre prefirió la posición del misionero.

La velocidad de su bombeo aumentó, y me pregunté si sabía que yo la miraba. No podía saberlo, porque era completamente incapaz de quitar mis ojos de su mano. A medida que la intensidad de sus movimientos aumentaba, su agarre alrededor del largo eje parecía apretarse. Su respiración se hizo más fuerte y soltó unos cuantos gemidos, lo que obligó a mis ojos a desprenderse de su mano y finalmente mirar el rostro de Lexa. Dios, es hermosa. Tenía sus ojos cerrados, y sus labios se separaron dejando entrar y salir respiraciones profundas mientras su pecho se alzaba al unísono. Luego habló. Sus palabras eran roncos jadeos de aire, pero oí a cada uno de ellos.

— Clarke. Fóllame. Clarke.

La mano que no frotaba furiosamente su polla, se inclinó hacia abajo y ahueco sus bolas. Todo lo demás en el mundo parecía desvanecerse mientras veía la cosa más increíblemente erótica que presencié en mi vida. Mis ojos miraban hacia delante y hacia atrás entre mirar su cara y mirar sus manos. Sentí la humedad entre mis propias piernas, y por un segundo pensé que podría llegar sin siquiera tocarme.

El sonido de su respiración se hizo aún más irregular cuando bombeó más y más rápido. Estuve cautivada cuando chorros de semen salieron de su polla mientras murmuraba mi nombre una y otra vez. Era lo más espectacular, y me hallaba literalmente al borde de mi propio orgasmo. Sabía que si me hubiera acostado y tocado mi clítoris, me enviaría lejos. Mi cuerpo literalmente vibraba, el equivalente humano de un zumbido.

No tenía ni idea de cuánto tiempo me quedé parada ahí mirando. El mundo que me rodeaba dejó de existir. Me sentía literalmente en una niebla. No fue hasta que oí el sonido de la voz ronca de Lexa que finalmente salí de golpe de ella.

—Hola cariño.

Need you (Clexa AU Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora