VIII

42 10 0
                                    


¿Quién realmente es quién?

Lo que menos tenía tiempo era de dormir, y peor aún cuando sabía que mi hermano estaba siendo parte de muchos vendedores de drogas en mercados ilegales.

Ni siquiera estaba seguro si ese era mi hermano.

Para este punto, ni siquiera se me hacía cómodo andar por la casa como lo era antes, podía tener cámaras o personas vigilándola desde afuera, y no es que sea paranoico pero podía ser probable.

Pensaba que mamá estaba en la cocina como así era costumbre, a ella le encantaba pasar tiempo haciendo galletas o cocinando lo que quisiera, pero, esta vez, no estaba en ningún lado más que en su habitación, con la puerta entreabierta, sentada, viéndose al espejo mientras hablaba con alguien por teléfono. No me importaba quién era o si era tan urgente, mi noticia era más urgente que cualquier otra cosa.

Y la verdad, hubiese interrumpido, pero no lo hice por lo que ella hablaba en cortas pausas, se oía preocupada de alguna manera.

---- ¿Cómo que sospecha?... ¿Por qué te vió?... Las pastillas deberían de hacerlo dormir, esto no nos puede dejar pasar por alto, aunque así fuera un error... ¿Cómo se supone que yo estaría al pendiente? Él sabe desde un principio que esas pastillas son importantes. ---- mientras ella seguía hablando, yo sabía que todo de lo que hablaba, era obvio, se refería a mí.

Supe que hablaba con "Ryan" y que ella, sabía algo de todo esto.

Entonces no, tampoco podía confiar en mamá, si es que lo era.

Por supuesto que me asusté, por supuesto que quise salir corriendo o preguntarle qué demonios estaba hablando y con quién, por supuesto que quise huir, pero no podía, no sin tener las respuestas suficientes a toda esta situación, y tampoco podía huir descalzo, eso era claro.

Me alejé de la puerta lo más silencioso que podía, pero la casa terrorífica y vieja tenía un piso, el cual, no hacía silencio, ya que, siempre rechinaba, y me delató. Vi por el agujero de luz entre la puerta y sí, justo como lo había pensado y no deseado, la señora sentada en frente al mueble estaba ahí, acercándose con lentitud y el teléfono viejo en la mano.

Reaccioné rápido e hice el mejor silencio posible, los pocos segundos que tenía para esconderme eran diminutos para pensar en dónde, así que, me escondí detrás de la puerta trasera, esa que daba al patio.

La lluvia cesaba sin parar, las gotas eran gran parte del ruido y junto las tormentas, eran un poco más de susto del que ya tenía.

No me limitaba ni a respirar aunque estuviera empapado, no quería que esa señora me viera y me haría lo que sea que fuera posible de hacerle a un ser.

Las preguntas estaban en mi cabeza, no paraba de cuestionarme por saber qué había pasado, quién eran ellos y por qué había vivido engañado toda mi vida. Eran varios pensamientos en tan poco tiempo, tanto remordimiento para mi ser lleno de dudas. Era una ola de emociones sin aclarar.

Y la puerta se abrió tan rápido como un santiamén. Yo rezaba porque no me viera, porque no se daría cuenta de mí y que simplemente se adentre a la casa de nuevo, pero, también tenía desesperanzas, mi pijama era un verde oscuro que fácilmente se podía detallar en una pared totalmente blanca.

Aguantaba hasta las ganas de orinar, aguantaba el llanto, los gritos y el querer huir. Estaba atormentado, sentía que no tenía escapatoria ni en mí mismo. Claro, había vivido engañado.

¿Entonces quiénes eran esas personas que amé como mi familia?

¿Son mi familia?

No, no lo eran, y eso era claro.

---- Creo que me escuchó. Te llamo al rato.

Fue lo único que escuché antes de que la puerta fuese cerrada, y aunque podía se me podía dificultar, la presión de moverme era inmensa, hasta oír sus pasos yéndose de la puerta del patio.

Sabía que podía ser mi oportunidad de escapar y la verdad, era lo único que quería, pero no tenía escapatoria, era un patio cerrado y sin salida, lo que menos quería era huir pensando en que esos hombres podían hacerme algo o que incluso, Ryan podía estar afuera.

No podía quedarme tanto tiempo parado como un poste sin electricidad en una calle solitaria, así que, entre agua y a la vez sudor, traté de trepar hasta la ventana de nuestra habitación. No podía tardarme mucho, era lógico que esa mujer se podía dirigir a la habitación y se ve que no estoy allí, tendría problemas.

Mis pies dolieron, no era fácil agarrarse de estrechos bordes con tanta agua, y peor fue al abrir la ventana, trataba con todas mis fuerzas, pero estaba trancada o atascada, tampoco sabía el por qué o cómo, pero la desesperación no era ayuda de relajación. No podía decir "muy bien, Aidan, inhala, exhala, cálmate y trata con sumo cuidado, abrir la ventana", no, era lo que menos podía hacer, calmarme.

Con más fuerza, sin querer irme al pasto duro y tierra mojada, pude abrir la ventana de una simple vez por todas, era un alivio, pero me concentré al oír esos pasos a la habitación, cada vez más cercanos. Subí rápido hasta caer en el suelo, fui rápido a mi casa y como si fuera un niño pequeño, me escondí entre las sábanas, regulando mi respiración, cerrando los ojos como si estuviera tranquilamente dormido, como si nada de lo que vi en verdad había sucedido.

En ese instante era ciego, sordo y mudo.

Escuché la puerta abrirse, un paso, dos tres y cuatro, tan cerca como para llegar a levantarme las sábanas del rostro y sentir su aroma a coco.

Ella me estaba viendo, me podía estar analizando o podría estar planeando algo brillante como clavarme una mina en el ojo. Sin embargo, eso no sucedió, porque tan pronto, oí la puerta volver a cerrarse.

Me levanté aliviado con mi mirada en mis piernas, pero luego supe que era un estúpido que no pensaba ni un poco las cosas, estaba empapado hasta en los calzoncillos y era tan incómodo hasta el punto de sentarse. El colchón también estaba incómodo con esas gotas pesadas de agua, y también, como era un idiota, había dejado de la ventana, cerrada, cosa que ella se pudo haber dado cuenta.

Y sí que se dió cuenta de cada polvo.

---- Estás muy sudado, ¿no crees? ---- el susto fue lo suficiente como para gritar. La vi, ella estaba ahí, con su postura hecha, con el viejo teléfono en mano y mirándome con total odio.

Ni siquiera podía pensar que yo amaba a esa mujer, creyendo que era mi madre.

---- Ah, yo...

---- Báñate ---- ordenó secamente ----. Prepararé chocolate caliente para que vuelvas a dormir. ---- sonrió tan forzadamente y salió de la habitación.

Con pies descalzos, mojados, sucios y adoloridos, me acerqué a la puerta osea estar totalmente confiado de que se haya ido. Pero en vez de eso, escuché algo que fue lo suficiente como para querer salir corriendo de esa casa sin pensarlo dos veces, era lo suficiente para arrepentirme de haberme subido por esa ventana llena de mugre:

----: Señor Forgot, llegue a casa lo antes posible... Sí, él ya sabe que no somos su familia.



𝐀𝐦𝐧𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐜𝐢𝐚𝐭𝐢𝐯𝐚. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora