XI

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Esta es mi verdad.



Un choque.

Un ruido que no paraba de escucharse.

¿Mamá, papá?

Yo sólo podía ver sangre.

Poco a poco, lo único que podía oír eran aquellos cortos sonido en el electrocardiograma. Sentía que no podía ver bien, sentía una presión muy fuerte en el pecho por verlo a él, allí, en una camilla sin poder hacer o decir nada.

Sabía que él no estaba bien, y en verdad quería ayudarlo. Quería verlo sonreír, quería verlo despierto.

Rogaba en mis adentros pidiendo de que por favor, él abriera sus ojos en un algún momento del día, que sonriera y me dijera todo lo que había soñado, todo lo que había estado pensando mientras estaba en coma.

Y aunque había estado esperando semanas, eso no pasó, pero lo único que no quería perder fueron esperanzas. Era lo único que en verdad tenía.

***

---- Aidan ---- el doctor llegó conmigo a la sala de espera ----, ¿cómo estás?

---- Quisiera no responder a eso, doctor ---- le sonreí amablemente, haciéndole saber que no lo dije de mala forma ----. ¿Qué tal los resultados? ¿Qué tiene?

Él suspiró ruidosamente, tratando de pensar en alguna manera para no decírmelo tan directo, pero en este momento, no tenía de otra que recibir golpes directos, sea cual sea.

---- Tiene un tumor, Aidan ---- mi mente se formó en un silencio inigualable ----. Y si no se opera en menos de dos meses, puede llegar a empeorar.

Tal vez el llegar a saber la salud de mi hermano era como un balde de agua fría directo a mi cuerpo, pero las circunstancias y necesidades eran algo que hacían falta, tanto en su vida como en la mía.

---- ¿De cuánto? ---- fui directo al grano.

---- Veinte mil.

Esas palabras hizo eco en toda mi mente, rebotando de un oído a otro.

Veinte mil dólares para que mi hermano vuelva a despertar. Ahora dependía de dinero y tratamientos para volver a verlo sonreír.

Pero, ¿cómo? ¿Cómo tendré veinte mil dólares en menos de dos meses?

---- Aidan, sé que desde la muerte de tus padres, no haz descansado lo suficiente, y Ryan tampoco, créeme ---- el doctor me consoló sutilmente ----. Entiendo si no puedes pagarlo, si es así, lo podemos transferir a otro...

---- No ---- negué de inmediato ----, no porque sé que no le darán los mismos cuidados.

El doctor sabía que lo único que me quedaba era mi hermano en vida. Él sabía que el dolor que tenía no era como ningún otro. Él sabía mi falta de trabajo. Él sabía la situación en la que estaba.

Ni siquiera sabía si podía salir de esta.

***

Siempre oía las ruidosas y molestas veces de los estudiantes caminando cerca de mi casa, la cual, alquilaba un pequeño sótano en una casa mucho más lujosa, pero que, obviamente, ni siquiera era mía.

𝐀𝐦𝐧𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐜𝐢𝐚𝐭𝐢𝐯𝐚. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora