XII

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(Se le recomienda reproducir: Everybody Dies - Billie Eilish para una mejor experiencia en la lectura)

Perdón.

Aidan despertaba de ese coma que lo había hecho tener muchos sentimientos encontrados. Por un momento él se perdió en su misma mente. El que ahora lo recordara todo hacía que todo tuviera más sentido.

Era verdad lo que dijo ese tipo que se hizo pasar por su hermano. Era verdad cada cosa que le había confesado. Era verdad los acontecimientos. Era verdad que él había matado a la mujer y a su hija. Era verdad que aquella casa le parecía familiar porque ahí había asesinado a dos personas.

Todo era verdad. Todo pasó en realidad.

Cada una de las cosas que se había repetido era para convencerse de que todo era mentira. Que podía ser parte de otra alucinación o un mal sueño y que pronto se despertaría en su cama, empapado del sudor, con el sol pegando en sus ojos y teniendo a su hermano a un lado, en otra cama, durmiendo tranquilamente.

Pero la verdad es que no. Nada de eso pasó cuando abrió los ojos.

De repente recordaba aquella tortura que le hacían sentado con una bolsa azúl en la cabeza. Los golpes, la sangre, los mareos, las voces. Todo fue parte de la realidad que él no supo ver, no pudo, ni quiso.

No podía concentrarse en que en verdad había matado a dos personas. Él era un asesino. Sus manos estaban manchadas en sangre ajena. Su mente estaba inundada de recuerdos que poco a poco llegaban a su cabeza: el accidente automovilístico en el que murieron sus padres, a su hermano en aquella camilla grave de salud, aquel doctor...

Ese doctor.

Veía a su alrededores, suponiendo que se encontraría las paredes de aquella madera pintada, pero la verdad era las solitarias camillas del hospital. El pequeño resplandor de la ventana durmiendo en su rostro. Vestido de una bata larga.

Y luego lo pudo a ver a él. A ese tipo que por unos días pudo amar como un hermano, pero la realidad era un simple desconocido para Aidan.

— Hasta que despiertas— mencionó, acercándose a la camilla de Aidan.

Tenía unas pequeñas vendas rodeándole los nudillos, y al parecer ya había sido tratado. Pero no se veía tan peor como estaba Aidan.

Su tono de voz fue uno similar a un rencor inigualable. Esa soberbia no se le había pasado aunque hubiera visto a Aidan en tal estado.

Aidan no había dicho nada porque sentía su garganta seca. La cabeza le dolía como si tuviera una jaqueca horrible. La espalda y el cuello le dolía de más que todo el cuerpo en sí. Sentía una leve presión en el abdomen, al verde mejor, estaba vendado muy bien, y se dejaba ver una pequeña mancha de sangre. En verdad se veía en las ruinas.

Luego de ese sueño, que realmente fue un recuerdo, pudo darse cuenta que todo lo que había dicho Derek era real. Aidan realmente había asesinado a dos personas. Aidan realmente había dejado a un niño solo, huérfano y sin nadie a su lado.

Y eso, obviamente, lo hizo sentir culpable.

Estaba seguro que la tristeza e impotencia le habían ganado y lo habían llevado a hacer aquel acto tan atroz. Pero nunca supo de ello, porque realmente lo olvidó por varios años de su vida. Ahora se sentía asqueroso, sentía que no podía verse al espejo él solo porque lo único que habría en el reflejo sería un monstruo.

𝐀𝐦𝐧𝐞𝐬𝐢𝐚 𝐃𝐢𝐬𝐨𝐜𝐢𝐚𝐭𝐢𝐯𝐚. [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora