Ellos I
A mí no me gusta ir de putas. Son una sangría de dinero y cada semana, luego de visitar a alguna de ellas, me pregunto si habré cogido alguna infección. Por eso a mí no me gustan las rameras; solo que resultan peores las que no cobran. Ya me cansé de gastar dinero a lo pendejo. Las invitas a cenar a un restaurante o pagas cuentas exorbitantes en un bar y encima en la primera cita no quieren coger. Algunas ni segunda oportunidad te ofrecen, así que lo gastado va a fondo perdido. Y luego están las que en segundas y terceras citas se dejan meter mano pero de encuerarse ni hablamos. Para entonces ya te has gastado un dineral y no te la acabas con el dolor de huevos. Las peores son las que para entregar the whole enchilada te obligan a un fin de semana en la playa o en Cuernavaca. Y para colmo tienen muy mal polvo, como dice mi amigo el gallego. A estas alturas haces cuentas y resulta que con lo que has invertido habrías cogido como rey varias semanas con una puta de calendario. Y de infecciones, están más limpias las profesionales —que para eso se revisan— que las supuestas semivírgenes con las que hay que armarse de paciencia para llevarlas a la cama pese a que traen más bichos que un pasamanos del metro. Y para el sexo oral (una mamada, pues) te hacen sudar la gota gorda. Digo, literal. Con civiles necesitas tres o cuatro cogidas antes de que entiendan que cuando les pones la mano en la cabeza no es para alisarles el rizo. Pero qué se le va a hacer: todas ellas creen que si tocan flauta uno pensará que son furcias. Como si uno fuera pendejo y no se diera cuenta de las horas de vuelo que traen tan solo por la forma de agarrar el taco. ¿Sexo anal? Ni manera de sugerirlo. Es casi un asunto de intercambiar anillos. Sortija de matrimonio a cambio de que entreguen el pinche esfínter. Carajo, ¿por qué serán tan complicadas las mujeres? Con una prostituta, en cambio, es diferente. No hay estrés ni dudas, ni cenas o gastos innecesarios. Arreglas el precio y el servicio, y ya está. Felicidad garantizada.
A mí no me gustan las putas, pues, pero creo que las otras menos.
F. D. Exdirector técnico de la selección de fútbol de México
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Milena o el fémur mas bello del mundo
Teen FictionLa novela se abre con una fatalidad: la muerte, de un ataque al corazón, mientras hacía el amor, del dueño del diario El Mundo de México. La escena es digna de un comienzo de serie, pues la amante del magnate, la Milena del título, se ve obligada a...