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—¿Le hablaste? Dime qué le hablaste por favor, Grace.
—Oye, pareces desesperado por conseguirme un novio... ¿O a caso quieres que Ackerman sea el tuyo?
—¡No! Solo quiero que tengas un poco de romance juvenil en tu vida.
—Porco, tranquilo. Creí que yo era la mujer de esta amistad.
—Ya, dime, ¿Le hablaste?
El rubio esperó ansiosamente mi respuesta, sé que está rogando porque fuera un sí lo que salga de mi boca. Lo miré con una pequeña sonrisa y negué divertida.
—Él me habló —aclaré—. Y yo le seguí la charla.
—Sabía que dejarías que él lo hiciera primero. Cuenta, ¿Qué pasó?
—Pues, no fue una charla larga. Después de salir de mi turno me encontré al idiota de Arthur y Peter en el parque.
—Agh, odio a esos dos.
—Arthur insistió en que fuera con él a "divertirnos", me tomó del brazo y yo a él, pero antes de golpearlo o romperle el maldito brazo, apareció Ackerman.
—Espera... Él te salvó —golpeó mi brazo soltando un gritito—. Buen inicio de la historia que le contarán a sus hijos.
—Dios, Porco, contrólate.
— ¿De que hablan? —Jean se sentó frente a nosotros con la bandeja donde lleva su comida.
