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Jennie no podía dejar de mirar a Lisa durante el trayecto a la tienda de comestibles, para recoger ingredientes para la anticipada conquista culinaria de ésta última.
Por mucho que quisiera concentrarse en la carretera, era imposible no dejar que su mirada se desviara de vez en cuando para comprobar la realidad. No podía creer el giro que había tomado su noche juntas.
Aunque el sexo había sido fantástico, nunca había soñado que Lisa la invitaría a su casa después. Esperaba entender lo que estaba pasando entre ellas, suponía que era sexo casual, pero algo en la afectuosa atención de Lisa le decía que podía ser algo más.
Fuera del dormitorio, Lisa era educada, amable y solícita. Parecía realmente interesada en quién era Jennie. Y si estaba tratando de ocultar lo que parecía un verdadero enamoramiento, lo estaba haciendo muy mal.
Jennie también estaba enamorada. Lisa era perfecta. Exudaba un claro aire de peligro, pero Jennie intuía que con la mujer adecuada sería tan leal como un cachorro.
Todo ello formaba un paquete muy tentador, al que Jennie no podía resistirse, aunque su instinto le decía que intentar que aquella cita durara más allá de su única noche especial era coquetear con el desastre.
Esta situación podía acabar mal de muchas maneras. Que Lisa pudiera pensar mejor de su atracción no era su mayor preocupación, aunque la idea la entristeció. Más aterrador que el rechazo, era la posibilidad de que se enamorara de Lisa y Lisa de ella.
Lo que le había dicho a Lisa iba en serio, estaba demasiado ocupada para una relación. Tenía que criar a Ruby, al menos durante unos meses, y después tenía que trabajar y pagar la universidad de Ruby.
Eso no dejaba espacio en su vida para una novia, lo que le venía bien la mayoría de los días. Estar sola era más fácil. Las relaciones eran complicadas, y depender de otras personas nunca la había llevado a ningún lado.
— Estás muy callada.
Jennie se sobresaltó cuando la voz de Lisa irrumpió sus pensamientos.
Miró hacia ella, esbozando una sonrisa que esperaba que no pareciera tan ansiosa como se sentía.
— Lo siento. Solo estaba pensando.
Lisa se pasó una mano por el flequillo, deliciosa en todo su esplendor.
Se había puesto un conjunto de ropa de repuesto que guardaba en el ático, unos vaqueros negros holgados y una camiseta con el nombre de una Banda que Jennie no conocía.
Lisa se había puesto el look más casual y la hacía lucir sexy, - aunque eso era un eufemismo -. Estaba segura de que si Lisa le preguntaba qué le pasaba, - luciendo así -, le costaría mucho no desahogarse.
Hacerlo seguramente terminaría con su cita a toda prisa…
Tal vez eso sería lo mejor…
Pero Lisa no preguntó. En su lugar dijo: — Entonces, ¿Te gusta ser contadora?
Jennie se relajó. Era fácil. — Sí, me encantan los números. Los encuentro muy reconfortantes.
— Estoy impresionada. Yo siempre odié las clases de matemáticas — Lisa le dio una no tan sutil mirada, aparentemente dividida entre la diversión y el deseo. — ¿Eras una de esas chicas inteligentes en el instituto?
— Supongo que sí. Sobresalía en mis clases, si te refieres a eso. Sobre todo en matemáticas — Consciente de que se estaba destapando como una nerd a lo grande, Jennie no pudo evitar sonreír ante sus gratos recuerdos. — Me encantaba que los números nunca me defraudaran. Son coherentes, comprensibles y ordenados. Todo lo que no era mi vida en casa — Puso los ojos en blanco. — Dios, no me extraña que no haya tenido una cita en cuatro años. Escúchame.
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lascivia | jenlisa
Fanfiction── La vida como contadora la mantiene a raya. Días tras días, ocupada con su trabajo y asuntos familiares, - que nunca eran una molestia para ella - no percibió que perdía algo mientras lo hacía: Su vida sexual. Tragándose su orgullo, por recomendac...