𝐄𝐏𝐈𝐋𝐎𝐆𝐎.

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No todo en la vida es para siempre. Y no solo me refiero a las muertes, eso es algo normal, algo que ocurre con todos los seres humanos tarde o temprano.

También las relaciones pueden acabar, lazos familiares, amistades, o simplemente conocidos. Las personas no son duraderas y a lo largo de lo poco que recuerdo de mi vida lo he aprendido.

Pero, que sea normal, no significa que no duela. Todos debemos sentir el dolor de perder a alguien aunque sea una vez en nuestras vidas. Todos vamos a querer a una persona con tanta intensidad que nuestras almas se van a desvanecer en el proceso, solo si eso pasa, comprobarás lo que es humanidad. Sabrás por fin lo que es amar a alguien, aún sin recordarlo.

Cuando los recuerdos son borrosos en tu memoria, pero los lazos fueron tan fuertes que ni siquiera la muerte pudo quebrar tu amor.

Soy Nathan Harper.

Y este es el final de mi historia.

— Idiota, levántate. — Escuché la voz de Samantha en mi oído, lo que me hizo gritar.

— ¡Ah, maldita sea, Samantha! — Termine cayendome de la cama, mientras la chica soltaba carcajadas en la esquina de la habitación.

— ¡Tienes que ver tu cara!

Rodé los ojos antes de sacarla a patadas de mi habitación, vivir con Sam era una completa locura.

Luego de nuestra graduación, Sam y yo habíamos decidido cumplir nuestro sueño desde que éramos niños, vivir juntos. Ella fue mi mejor y única amiga desde la infancia.

Aunque sentía que había olvidado a alguien.

¿Raro, no?

Los dos habíamos comprado en pequeño departamento juntos en el centro de la ciudad. Ahora, yo tenía veintiséis años. Me había mudado de Firecrow hace nueve años, antes de vivir con Samantha había vivido solo.

¿Por qué había tomado la decisión de mudarme?

Cuando cumplí dieciocho años comencé a tener sueños extraños con chicos que habían aparecido muertos en la ciudad, o con otros que estaban desaparecidos.

Conocía a dos de las víctimas, Alisa Johnson y Lily Stone, aunque nunca me había relacionado con ellas. Solo me había topado alguna que otras veces en la secundaria. Pero siempre que veía noticias de ellas sentía una presión en mi pecho.

Con las otras víctimas, Andrew Jacobs, Jonathan Hopper y Rosé Thomas también me sentía extrañamente conectado, y empecé a obsesionarme con el caso. A algunos los encontraron muertos, pero otros, nunca se encontró nada de ellos. Se esfumaron en el aire.

Casi no dormía por ver videos de ellos, sus desapariciones se habían hecho virales en internet, muchas personas hacían teorías sobre que había sucedido, unos decían que era algo paranormal, otros decían que eran simple coincidencia.

Por eso termine mudandome de Firecrow, quería dejar mi obsesión con ese caso atrás, y pude hacerlo. Me convertí en un nadador profesional, pero hoy, sería mi competencia más importante, por eso Samantha me había despertado temprano.

— ¡Baja de una vez, Nathan!

— ¡Ya voy!

***

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