𝘼 𝙩𝙧𝙖𝙫𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙢𝙪𝙨𝙞𝙘𝙖 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©

Capítulo uno: Las bandas

Angeline Müller

Hoy fue un día bastante cansado ya qué Cataleya y yo decidimos ayudar a los chicos a buscar el manager lo más antes posible, pero nadie llenaba nuestras expectativas, no creí que iba a ser tan cansado hasta tal punto de sentirme así.

He intentado componer algunas canciones pero no he podido, mi mente está ocupada en otras cosas.

—¿Y sí esa tal banda ya consiguió su manager primero que nosotros? —Comentó Natan con preocupación mientras caminaba de un lado para otro.

—No creo Natan, el señor smith ya nos hubiera contactado. —Respondió Cataleya mientras se sentaba en el sofá justo a mi lado.

—Cómo sí le importamos a ese señor, se nota que estaba mas entusiasmado con tokio hotel. —Comentó de mala gana mi compañero denis, mientras abría una lata de refresco.

—Ya por favor, dejen sú mala vibra a otro lado. -Me quejé, sinceramente ya me estaba estresando con la actitud de los chicos, asi no íbamos a avanzar nunca. —Chicos, por favor, hay que esforzarnos un poco más, y si esa banda consigue el manager primero ¿que mas da? Productores hay muchos... —Tan pronto terminé de hablar todos sonrieron hacia mis palabras.

Digamos que soy como la psicóloga de mis compañeros.

—Tienes razón Angie. — Razonó Denis haciendo que todos los demas asintieran.

—Son las cuatro de la tarde, todavía tenemos tiempo para conseguir un mánager. —Habló Cataleya. — Escuchen, vamos a dividirnos en grupo de dos, angie y yo, y ustedes dos. ¿Está bien?

Todos asentimos, fui en dirección hacia cataleya y salimos juntas de la casa.

—¿Donde habitan los mánager? —Preguntó Cataleya.

Yo me voltee a mirarla confundida esperando un contexto.

—No sé, digo, sería más facil que construyan una plaza donde se reunan todos los mánager's a buscar trabajo. —En cuanto Cataleya terminó de decir su tonteria ambas nos empezamos a reír.

La verdad si sería mas facil.

Entramos a una cafetería ya que estábamos muy cansadas, pedimos unos cafés y nos sentamos en una de las sillas del local.

Había una señorita sentada en una de las sillas cerca de nosotras, estaba escribiendo algo en su cuaderno y repetidas veces se volteaba a vernos.

—¿Porqué esa chica nos ve tanto? —Susurró Cataleya.

Me escogí de hombros.

—A lo mejor nos conoce de algún lugar. —Respondí.

Eso es muy posible porque mi banda y yo hacíamos "conciertos" en bares e incluso restaurantes.

La chica nos miró nuevamente, nos sonrió y acto seguido se acercó a nosotras.

—¿Puedo? — Preguntó apuntando a una de las sillas de nuestras mesas, nosotras le dedicamos una gran sonrisa y asentimos.

—La verdad es qué las reconocí, un dia las vi cantando en uno de los bares de la ciudad. — Comentó la chica. — Mi nombre es Christina. — Estiró su mano.

— El mío es Angeline, un gusto — Estreché su mano, ella sonrió y luego soltamos nuestras manos.

—Mi nombre es Cataleya. —Estrechó su mano con la de ella y ambas se dedicaron una sonrisa.

—Es un honor poder hablar con ustedes, un dia que las vi en los bares queria acercarme para proponerles algo pero luego de eso las perdí. —Nos comentó Christina.