Capítulo trece: Fiesta sorpresa

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Angie

Ambos teníamos nuestra respiración agitada, y por falta de aire tuvimos que separarnos. Estaba sentada encima de él, en su regazo, con mis brazos enrollados en su cuello.

Nos veíamos fijamente a los ojos, quienes decian miles de palabras, sin embargo nosotros nos habiamos quedado en silencio.

El esbozó una sonrisa, esta vez no fue una sonrisa ladina, ni tampoco una sonrisa pervertida ni mucho menos burlona; era una sonrisa que transmitía tranquilidad.

Me sentía cómoda con el.

—Tom... —Lo llamé.

Me bajé de su regazo y me senté en la banca a un lado de él.

—Dime bonita. —Respondió.

Bonita...

Me sonrojé un poco ante ese comentario.

Tenía muchas cosas que confesarle, muchas cosas que decirle, pero todas esas cosas estaban atrapadas en mi corazón. Simplemente me quedé callada mientras recargaba mí cabeza en su hombro admirando el gran paisaje que se presentaba en frente de nosotros; un hermoso atardecer.

Este era el primer amanecer que veíamos juntos.

—Angie, te digo algo? —Me preguntó, levanté mi cabeza de su hombro para verlo mejor. —Nunca en mi puta vida he visto atardeceres ni amaneceres con una chica. —Confesó. —Y para que mentirte, te traje a estas horas de la noche para que veamos el lindo amanecer que se presenta aqui. —Agregó.

Sonreí, mentiría si dijera que no estaba sonriendo como una boba.

—¿Nunca tuviste una novia?—Le pregunté.

—No, nunca. —Me habló.

Sonaba con total sinceridad.

—Nunca he sentido algo tan fuerte con una chica, no lo sé, creo que nisiquiera me he dedicado a conocer a una chica. —Habló de nuevo para luego mirarme a los ojos. —Hasta que llegaste tú.

Entrelacé mis dedos con los suyos creando un fuerte agarre de manos, sus manos eran frías.

—Tom... eso es lindo. —Respondí. —Pero, no entiendo, ¿Por qué yo? —Pregunté mirándolo fijamente a los ojos.

—No quiero responder esa pregunta. —Esbozó una sonrisa juguetona.

—Tom...

—Sólo voy a decir que el día que te conocí no fue el día que ambas bandas se encontraron por primera vez en la disquera del productor smith. —Confesó.

—¿Qué? —Pregunté.

No estaba entendiendo nada. Me dedicó una mirada de reojo aun sin borrar la sonrisa juguetona en su rostro.

—Te contaré, pero no ahora. —Se limitó a decir para luego rodear su brazo por mí hombro.

Yo recargué mi cabeza en su hombro mientras me dedicaba a mirar el lindo amanecer al igual que él.

—Eres un chico lleno de misterios. —Comenté.

—¿Por qué? —Preguntó mientras acariciaba mi cabello.

—Por qué no sé casi nada de ti.

—Claro que sí sabes, sabes mas de lo que deberías. —Respondió.

—Claro que no Kaulitz, a ver dime; por que los guardias de aquel bar te trataban con tanto respeto? —Le pregunté.

—Soy famoso.

𝘼 𝙩𝙧𝙖𝙫𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙡𝙖 𝙢𝙪𝙨𝙞𝙘𝙖 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora